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Descifrando el ‘no’ de los irlandeses

No y no, así votaron los irlandeses a las dos enmiendas del artículo 41 de la Constitución de 1937 sometidas a referéndum. Se trataba de modernizar el fraseado de dicho articulo con el Family Amendment (enmienda de familia) y el Care Amendment (enmienda de cuidados), para adaptarlo a los cambios habidos en la sociedad irlandesa.

El Gobierno, una coalición compuesta por los democristianos del Fine Gael, los centristas del Fianna Fáil y los Verdes, apoyado por casi todos los partidos, confiaba en su fácil aprobación, después de todo los irlandeses habían refrendado en las urnas el matrimonio entre personas del mismo sexo (2015) y la despenalización del aborto (2018).

Pues no fue así, y además no se puede atribuir el resultado a un supuesto conservadurismo católico del electorado, que por cierto, fue tan contundente que su negativa fue la mayor jamás recabada en un referéndum en el país. El 67,7% dijo nones al Family Amendment y el 73,9% al Care Amendment.

No queda otra que leer bien las enmiendas para entender qué pasó.

La Enmienda de Familia eliminaba del artículo 41 que la familia se base en el matrimonio por la siguiente frase: “El Estado reconoce a la familia, ya sea basada en el matrimonio o en otras relaciones duraderas, como grupo natural y fundamental de la sociedad.” O sea reconocía diferentes tipos de unidades familiares con las mismas protecciones y derechos constitucionales. 

Para la mayoría de los que votaron, esta definición resultó demasiado imprecisa al dejar la puerta abierta a futuros conflictos por herencias o impuestos, por ejemplo. También suscitó el temor a que provocara más inmigración bajo el pretexto de reagrupación familiar.

Rechazada la enmienda, quedan fuera los progenitores solteros y las parejas de hecho.

La Enmienda de Cuidados fue la más repudiada, ya que el fraseado ni siquiera gustó a las feministas y menos a las personas con discapacidad. Las frases del artículo 41 que se proponía cambiar eran: 

“El Estado reconoce que por su vida en el hogar la mujer da al Estado un apoyo sin el cual el bien común no se puede alcanzar”, y “El Estado debe esforzarse por garantizar que las madres no se vean obligadas por necesidad económica a trabajar descuidando sus obligaciones en el hogar.”

La propuesta rezaba así: 

“El Estado reconoce que la prestación de cuidados por parte de los miembros de una familia entre sí (…) proporciona a la sociedad un apoyo sin el cual el bien común no se puede alcanzar y se esforzará por apoyar dicha prestación.”

El sexismo del fraseado de 1937 que carga el peso de los cuidados sobre la mujer y las madres se maquillaba al volcarlo sobre todos los miembros de la familia y seguía dejando al Estado desentenderse, al comprometerse solo a “esforzarse en apoyar”. 

¿Qué sacar en limpio en este gran fiasco? 

Pues que el Gobierno haya sometido a referéndum las enmiendas dio oportunidad a que los electores las desecharan por ineficaces y de paso abrió un debate sobre la necesaria actualización de un artículo sexista e inútil para la sociedad actual. Además puso en foco la problemática de los cuidados a las personas discapacitadas, y constató que la sociedad va por delante de la política, por lo que los legisladores tienen que hilar más fino para definir legalmente algo que ha pasado del estado sólido al líquido como son las familias actuales.