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Alemania, sí al porro, ma non troppo

¿Fumarse un porro en la puerta de Brandenburgo? Pues claro, desde el 1 de abril ya es legal, bueno siempre y cuando no sea entre las 7:00 y las 20:00, al ser zona peatonal, ah y se tenga 18 años y no más de 25 g encima.

Alemania es el primer gran país europeo en legalizar el cánnabis recreativo. Sigue los pasos de Malta (2021) y Luxemburgo (2023), pero con las leyes hay que leer la letra pequeña, no vaya a ser…

La ley alemana permite: a los mayores de 18 años poseer en espacios públicos 25 g de hachís; cultivar tres plantas de marihuana por hogar y año, y almacenar 50 g de cánnabis seco.

Se prohibe: fumar a menos de 100 m de escuelas, guarderías, centros deportivos y parques infantiles, o zonas peatonales entre las 7:00 y las 20:00 

El argumento a favor de la legalización fue contener el mercado negro y la venta de cánnabis adulterado. Así que quien no lo cultive podrá adquirirlo, a partir del 1 de julio, entrando en un club de cánnabis, a condición de ser residente en Alemania, tener 18 años, y solo pertenecer a un club. Los clubes están limitados a 500 socios, no pueden lucrarse, se costean con los abonos, no pueden publicitarse y deben someterse a controles regulares. Los socios pueden adquirir 25 g diarios o 50 g al mes, 30 g si son menores de 21 años, pero no se puede consumir in situ.

Pesó en contra, principalmente el peligro para la salud de los jóvenes, cuyo cerebro se sigue desarrollando hasta los 25 años, pues el hachís aumenta el riesgo de psicosis y esquizofrenia. Karl Lauterbach, ministro de Sanidad y médico, no lo niega, pero adujo que la prohibición no impidió el aumento del consumo, así que la legalización es preferible para tratar la adicción y hacer prevención. Ahora el Gobierno federal está obligado a hacer una campaña de información de riesgos y reforzar los programas de dependencia. 

La ley se aprobó en el Bundestag el 27 de marzo por 407 votos contra 226 y 4 abstenciones, el Gobierno (SPD, Verdes y liberales del FDP) contó con el apoyo de Die Linke (izquierda) y la oposición frontal de los conservadores de la CDU-CSU y la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD). En el Bundesrat (cámara alta que representa a las regiones) hubo un amago de retrasar su tramitación que no fructificó. 

Pero la ley resultante dista mucho del borrador inicial, que además de la despenalización regulaba la venta de cánnabis en tiendas con licencia, y eventualmente en farmacias. Esto topó con dos escollos insalvables: la ONU y la UE. Alemania es signataria de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes que prohibe su producción, fabricación, exportación e importación, comercio, posesión o uso. Aunque en 2020 la ONU retiró el cannabis de la lista, sólo si es para fines médicos y científicos. 

Y cuando el Gobierno alemán sometió su proyecto al escrutinio de la Comisión Europa el dictamen fue negativo, ya que conculcaba el acuerdo marco de 2004 de la UE por el que los Estados miembros criminalizan el tráfico ilícito de drogas, cannabis incluido. Adiós a las tiendas, de momento. 

También levantó una polvareda, entre los jueces, la amnistía para delitos que con la despenalización ya no lo son, se calcula que hay decenas de miles de casos a revisar. En fin, la ley puede que tenga corta vida, el líder de la CDU, Friedrich Merz, promete revocarla si gana las elecciones en 2025. Así son las procelosas aguas de la legalización del porro.