Opinión | Firma invitada

Expertos en la escucha

Hoy en día se habla mucho y se escucha poco. En muchas conversaciones observamos que las personas se interrumpen unas a otras, de tal manera que es imposible que nadie pueda sacar algo positivo de la conversación. No solo es difícil la escucha, sino que se hace casi imposible oír lo que se dice. El ruido se impone al diálogo. Para que haya diálogo se necesita silencio, sobre todo interior para hacer sitio dentro para que pueda encajar lo que dice el otro. Si se está lleno de sus propias ideas, deseos y prejuicios, es imposible escuchar. Es paradójico, que para hablar se necesita callar, silencio.

En un mundo que se habla y se buscan expertos de todo, no estaría de más que se buscasen expertos de la escucha. Personas que sepan escuchar y que enseñen a escuchar.

De silencio saben mucho los monjes y por eso son también maestros de la escucha de la naturaleza y de las personas. Hay pautas que provienen del interior que marcan el camino de la escucha. Los cistercienses de Sobrado dos Monxes, hace unas semanas, pusieron una en la web del monasterio una reflexión del budista Mike Boxhall que dice así:

Cuando te pido que me escuches y empiezas a darme consejos no has hecho lo que te pedía.

Cuando te pido que me escuches y empiezas a decirme por qué no debería sentirme así, estás pisoteando mis sentimientos. 

Cuando te pido que me escuches y sientes que tienes que hacer algo para resolver mi problema, me has fallado, por extraño que parezca.

Escucha, todo lo que te pido es que me escuches; no que hagas o digas, solo que escuches.

Cuando haces algo por mí que puedo y debo hacer por mí mismo, contribuyes a mi miedo y a mi debilidad. Pero cuando aceptas el simple hecho de que siento lo que siento, por irracional que sea, entonces puedo dejar de intentar convencerte y dedicarme a entender que está detrás de ese sentimiento irracional, y cuando está claro, las respuestas son evidentes y no necesito consejo.

Los sentimientos irracionales tienen sentido cuando entendemos lo que está detrás de ellos.

Así que por favor escúchame, y si quieres hablar, espera un minuto que te llegue el turno, y te escucharé.

Hasta aquí la reflexión que muestra que el que sabe escuchar es comprensivo con el otro, entiende sus problemas y capta sus sentimientos. Respeta su libertad y su intimidad. No le juzga y le acepta tal como es y como quiere llegar a ser. El que escucha recibe más. Aprende a escucharse a si mismo. Basta hacer silencio dentro para escuchar al otro. Escuchando es como se experimenta la unidad con la naturaleza.