Opinión | Al Sur

Desmemoria y utopía

Pocos desafíos me parecen tan colosales como pensar el presente. Se puede reflexionar retrospectivamente sobre el pasado, lo mismo que podemos soñar el futuro. En el primer caso, nos facilita la tarea la perspectiva que tenemos sobre el pretérito; en el segundo, la distancia que nos separa del porvenir. 

Por lo general, los mecanismos para construir el pasado y el futuro difieren, manteniendo únicamente como denominador común la capacidad narrativa de disponer los hechos con el orden que la trama impone a nuestra mente. Construimos el pasado con la ayuda de la memoria; y, el futuro, echando mano de la imaginación. 

Mas no es infrecuente que la imaginación se cuele al recrear la memoria del pasado, tomándose licencias que no le corresponden para contar cómo sucedieron los acontecimientos. Lo mismo que anticipamos el futuro gracias al tesoro de la experiencia, sin darnos cuenta de que tal elucubración es tan solo el intento desesperado de saber a qué atenernos, una huida hacia adelante para espantar el pavor a la nada. 

Pensar el presente me parece una tarea mucho más ardua porque supone detener la trepidante marcha de nuestra vida para preguntarnos por las cosas que suceden en nuestro próximo derredor. 

Antonio Machado soñaba caminos de la tarde mientras recorría sus amados campos de Castilla y contemplaba las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas. Pero al preguntarse a dónde va el camino contestaba únicamente: “yo voy cantando, viajero, a lo largo del sendero… La tarde está cayendo”. 

El poeta reconocía sin ambages la desproporción entre el goce de caminar, abrazado al paisaje, y la tarea, poco o nada poética, de preguntarse por el destino -acaso por el sentido- del camino y del caminar mismo. 

Yo no digo que el filósofo tenga más éxito que el poeta y que sus respuestas sobre el sentido de los caminos del pensamiento (actual y de todos los tiempos) resulten satisfactorias. Constato tan solo que afronta con decisión la tarea de pensar la realidad presente sin arredrarse ante nada. Unos reconocerán sus hallazgos. Otros no.