Opinión | AL SUR

El silencio como ideal

NOS PASAMOS LA VIDA añorando el silencio porque nos abruma el ruido cotidiano. Es la consecuencia inevitable del maquinismo salvaje. La sociedad del conocimiento ha acabado por convertir el exceso informativo en ruido y nuestra defensa natural es hacer oídos sordos al bombardeo constante de noticias. También la política, de un tiempo a esta parte, no es más que ruido e intentamos aislarnos con fórmulas de autogestión personal, aunque resulten inútiles, pues el sistema no tiene fisuras.

A veces nos invade la nostalgia y añoramos cosas tan ñoñas como la lectura o la escritura, creyendo que pertenecen a ese ignoto reino del silencio, en el que hallar la paz. Es una verdad a medias. No hay escritura ni lectura sin pensamiento, y este, nadie lo dude, es una fábrica de ruido interior, tan atosigante como nunca podrá serlo el tráfico rodado de nuestras ciudades. Tan ruidoso resulta el pensamiento que muchas personas tienen que recurrir a la televisión para dormir y acallar así la vorágine de nuestra maquinaria mental.

Ignoro si la meditación oriental es silenciosa porque el Nirvana es para mí una palabra vacía y el camino de la iluminación la distancia que debo recorrer para darle al interruptor de la luz. Tampoco que en nuestras escuelas se enseñan los sonidos del silencio.

A veces pienso que los únicos afortunados en medio de esta macedonia de chirridos son los bebés porque se han acostumbrado a dormir en cualquier parte, y no les importuna ni la luz ni el ruido. Ellos son los llamados a sobrevivir en medio de esta algarabía locuaz pues el mundo ha devenido para todos los demás un inmenso dormitorio que fabrica insomnio.

Yo no estoy muy seguro de que el silencio sea un ideal de vida, más bien lo es de muerte, porque se trata de una oquedad sonora que nos diluye y nos entrega a la nada. Quizás lo más sabio es tirar por la calle del medio y quedarse con la música, hecha a partes iguales de sonidos y silencios. Solo ella es capaz de curar, sin estridencias, las heridas del alma.