Opinión | Con sentido común

España, adolescente varias veces centenaria

La adolescencia es el camino del ser humano en busca de su identidad, que se caracteriza por la rebeldía, cuestionamiento de valores, desafío al orden establecido, aprendizaje sobre los errores propios, cambios emocionales de difícil control, egocentrismo, alejamiento familiar, …

Pudo parecer que durante la Transición España se acercaba a la madurez: forma de Estado masivamente aceptada; equilibrio territorial, si no perfecto, sí admitido; reconciliación; integración en la comunidad mundial; respeto internacional por la metamorfosis política; …  

Vana ilusión, hoy todo se pone en entredicho. Rebeldía contra una Constitución, posible por la disolución pacífica del régimen anterior y sentido común de todos los españoles.

Se incumplen sentencias y otras resoluciones judiciales o administrativas, con el consiguiente desprecio a las instituciones y al resto de los españoles. 

La actitud egocentrista del adolescente queda patente en las continuas exigencias de Cataluña y País Vasco, con desprecio a la solidaridad constitucional. 

La rebeldía, que alcanzó el grado de delito, fue perdonada y borrada, pero continúan las amenazas si no consiguen que se les reconozca como un pueblo colonizado sometido por el Estado opresor.

Quien fue indulgente con semejante comportamiento, carece de la autoridad moral para poner fin a la situación, porque basa su gobierno en pactos a cualquier precio. Y parece que los ciudadanos de a pie aceptamos que la convivencia se base en principios personales y no colectivos, olvidando que conciencia y LEY no son sinónimos. Insultos, gestualidad displicente, intolerancia, agresividad verbal y el triste “y tú más”, son habituales.

Se difunden mentiras a sabiendas, pero los supuestamente perjudicados renuncian a denunciarlo; por otro lado, confundimos infundio con indicio de delito y se descalifica a quien exige su investigación por la justicia.

La corrupción, por ser frecuente a todos los niveles -en lo poco y en lo mucho-, se considera parte del paisaje. El señor Sánchez se lamenta de lo que dicen de su esposa los medios de comunicación, nacionales y extranjeros, pero ni aclara, ni responde, ni presenta demanda por injurias o protección de su “honor”. ¿Por qué?, ¿será una huida hacia adelante? 

 No nos acuse de no respetar el resultado electoral del 23-J: nosotros le acusamos de incumplir el espíritu de la Constitución. 

España es una nación secularmente adolescente, siempre en busca de su identidad, rebelde contra las normas, cada generación reescribe la historia, y, ahora, algunos quieren dar la vuelta a la tortilla en la sartén constitucional de 1978.