Opinión | Al Sur

La concordia, virtud política

Un delicado retrato de la reina Isabel II preside el Salón de la Reina de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, cuya sede está situada en la Casa y Torre de los Lujanes, el edificio civil más antiguo de Madrid, en el nº 2 de la Plaza de la Villa. Nada más justo pues fue bajo su reinado cuando se creó esta Real Academia, veinte días después de aprobarse la Ley de Instrucción Pública, conocida popularmente como Ley Moyano, en septiembre de 1857.

En este espacio tan solemne se celebró el pasado 4 de junio una sesión in memoriam de D. Fernando Suárez González, miembro de la Academia fallecido el pasado 29 de abril de 2024, y uno de los académicos que con mayor asiduidad asistió a los plenos de los martes (más desde 500 sesiones, desde su ingreso en 2007, según nos recordó el actual presidente D. Benigno Pendás).

Su amplio currículo fue glosado con la precisión de una gran jurista por la académica Mª Emilia Casas, expresidenta del Tribunal Constitucional y Doctora Honoris Causa por la USC. Tomaron también la palabra dos académicos que fueron testigos de la transición: Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, uno de los padres de la Constitución; y Rodolfo Martín Villa, ministro en los gobiernos de Adolfo Suárez y Calvo Sotelo. 

Me gustó especialmente el retrato que realizó Helio Carpintero, académico y catedrático de la Complutense, Universidad en la que ocupó la cátedra de Derecho del Trabajo el homenajeado. Un hombre discreto y que, sin embargo, fue una figura clave en la transición española al ser el ponente de la Ley para la Reforma Política, la ley aprobada en noviembre de 1976, que enterró definitivamente las Cortes franquistas.

Se habló del espíritu de reconciliación que presidió la transición, añorado en nuestros días, acaso porque es más rentable electoralmente seguir a garrotazos. Los españoles dimos una lección de convivencia al mundo en los años de la transición. Estoy seguro de que volveremos a conquistar ese espíritu de concordia al que una democracia madura debe aspirar.