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El PSC gana con Illa las catalanas en un empate técnico con ERC y JxCat

Los socialistas casi doblan sus escaños // Vox irrumpe como cuarta fuerza en el Parlamento // Ciudadanos pasa de ser la primera formación a quedar con seis escaños // Los comunes repiten resultados // El PP sigue como farolillo rojo // El independentismo suma mayoría absoluta

El exministro de Sanidad de Pedro Sánchez y candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, cumplió ayer las expectativas que se desprendían de las encuestas y ganó los comicios catalanes con dos puntos de diferencia sobre sus inmediatos seguidores, los republicanos de Oriol Junqueras encabezados por Père Aragonés. Con el 23 % de las papeletas, Illa, que ya confirmó que se presentará a la investidura, logró 33 escaños, 16 más que en la convocatoria del año 2017, aunque, no obstante, es la misma cifra que cosechó también ayer ERC con el 21,4 % de las papeletas, que subió uno respecto a la cita precedente con las urnas.

JxCat, el partido lanzado por el expresidente Carles Puidemont, con Laura Bòrras como mascarón de proa, logró 32 escaños, sólo uno menos que el PSC y ERC, si bien la diferencia porcentual de sufragios fue de tres puntos respecto a los socialistas y de casi uno y medio con ERC. Eso sí, Laura Borrás retrocedió dos actas y si antes JxCat estaba por delante de ERC ahora está por detrás, los que puede complicar las negociaciones para reeditar un pacto entre las fuerzas independentistas.

En el podio quedan así las tres formaciones en lo que se podría considerar como un empate técnico. A mucha distancia quedaron las restantes organizaciones que juegan asimismo en el tablero.

Vox entró con potencia, pero partía de una posición extraparlamentaria. Con Ignacio Garriga como cartel accede por primera vez al Parlamento arropado por el 8 % de los votos y once escaños, colocándose además como la primera de las formaciones de la derecha estatal en el Legislativo catalán.

El protagonismo alcanzado por el partido presidido por Santiago Abascal deja mal heridas a las otras dos organizaciones con las que compite en España: Ciudadanos y Partido Popular.

Con Carlos Carrizosa como candidato, la formación naranja se desplomó de los 34 parlamentarios que había logrado siendo su referente Inés Arrimadas en 2017 (fue la formación que se alzó con la victoria, seguida de JxCat) a los seis.

Alejandro Fernández como referente de la formación popular se colocó como farolillo rojo. El PP perdió un acta respecto a la última convocatoria catalana, sumando desde ayer únicamente tres diputados en el Legislativo.

Los independentistas de la CUP fueron asimismo otros grandes vencedores de la noche. Más que doblaron sus escaños al subir de cuatro a nueve. En porcentaje de voto los cuperos liderados por Dolors Sabater quedaron a un punto de Vox, con casi el 7 % de los sufragios.

Con la mayoría absoluta situada en 68 escaños, los 65 que suman ERC y JxCat serían insuficientes para garantizar la investidura de un presidente independentista de la Generalitat, haciéndose preciso el concurso también de los cuperos. Pese a que el mapa de la gobernación queda abierto, también necesitaría una tercera pata un acuerdo entre el PSC y ERC, ya que ambas organizaciones quedarían, con 67, a un diputado de la mayoría absoluta.

En este caso, el actor en liza podría ser En Comú Podem, que capitaneado por Jéssica Albiach, que repitió los resultados del año 2017. Con ocho escaños y casi el 7 % de los votos, pese a que perdió el respaldo de medio punto de sus electores.

El PdeCat de Artur Mas con Joana Ortega al frente, que fue vicepresidenta cuando él estaba en el palau de la Generalitat, quedó fuera de la Cámara, al cosechar sólo el 2,75 % de los votos.

La participación en las elecciones se desplomó con el 53,42% de los 5.624.044 catalanes llamados a las urnas, un resultado que se sitúa 25,67 puntos por debajo respecto a los comicios del 21 de diciembre de 2017, cuando fue del 79,09%.

El conseller de Acción Exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia de la Generalitat, Bernat Solé, señaló que los factores que pueden haber determinado ese descenso son la situación de emergencia sanitaria provocada por la pandemia de COVID y el hartazgo ciudadano tras años en los que la participación había crecido mucho durante el proceso independentista, además del mal tiempo que acompañado la jornada electoral, aunque se antoja imposible determinar cuál es el factor que más influyó en la decisión de esa parte de la ciudadanía que no acudir a las urnas.

Históricamente en Cataluña se había producido el fenómeno de la abstención diferencial: en las elecciones catalanas tradicionalmente había menos participación que en las generales, ya que parte de la población concebía los comicios al Parlament como de segundo orden frente a las generales, que se consideraban como las importantes.

Este efecto tenía un impacto especialmente en los resultados del PSC, que se distanciaban de los que conseguían en las generales, facilitando la hegemonía de CiU durante varias décadas, ya que su electorado estaba más movilizado en estos comicios. Sin embargo, con el proceso independentista este fenómeno empezó a modificarse y en la última década las elecciones catalanas han ganado protagonismo y la participación no ha dejado de aumentar hasta lograr el máximo histórico en 2017 con el 79,04%.

Esta cifra se consiguió en el momento de máxima tensión del proceso independentista en las últimas elecciones de 2017 convocadas por el Gobierno de Mariano Rajoy en aplicación del artículo 155 de la Constitución, después del 1-O y la declaración unilateral de independencia, y semanas después de que los dirigentes encarcelados por el impulso del referéndum ingresaran en prisión.

Ciudadanos fue el más beneficiado de esa alta participación, logrando la victoria con 36 escaños y más de un millón de votos, aunque el conjunto de los partidos independentistas, con un votante muy movilizado en los últimos años, también logró su récord de votos alcanzando los 2,08 millones.

Proceso independentista Antes del máximo histórico de participación en 2017, las dos anteriores elecciones, ya celebradas en el proceso independentista, rompieron los récords del momento, puesto que antes la máxima participación se había registrado en 1984 con el 64,36% y esa cifra era el referente más alto en unas catalanas.

Sin embargo, en 2012 se superó (67,76%), cuando el entonces presidente, Artur Mas, adelantó los comicios para buscar sin éxito la mayoría absoluta antes de decantarse definitivamente por iniciar el proceso independentista, tras ver que ERC se convertía en el partido que más crecía y, por tanto, en el rival a batir.

Tras el proceso participativo del 9N de 2014, Mas volvió a convocar elecciones anticipadas con el presentándolas como un plebiscito de la independencia y CDC y ERC se presentaron en la coalición de JxSí, que venció las elecciones y el independentismo logró la mayoría absoluta en escaños del Parlamento, y la participación volvió a romper el récord histórico con el 75,95%.

Pese a estos niveles de participación en la última década, históricamente en las elecciones catalanas previas al proceso independentista difícilmente llegaba al 60%: por ejemplo, en 2010, poco antes del auge del independentismo, la participación se quedó en el 59,95%.

En las décadas anteriores las altas participaciones acostumbran a beneficiar a los partidos con representación estatal como el PSC y a perjudicar a CiU, y de hecho los socialistas vencieron los comicios en votos (no en escaños) en 1999, con una participación del 59,20%, y en 2003, superando esa cifra (62%).

15 feb 2021 / 01:00
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