{ TRIBUNA LIBRE }

Obra de las manos de Dios

José Fernández Lago

José Fernández Lago

Los seres humanos tenemos la convicción de que, aunque Dios ofrezca las condiciones necesarias para que la tierra dé sus frutos, el hombre tiene que trabajar, pues sin su colaboración esos frutos serían mucho menores. Sin embargo, según aumenta la sensibilidad humana, el hombre se da cuenta de la necesidad imperiosa de la presencia de Dios, sin la cual nos faltaría incluso la respiración.

La 1ª lectura de la Misa de esta tarde y de mañana, del profeta Isaías, denomina a Dios “nuestro Padre”, “nuestro Redentor”, e incluso lo involucra en el comportamiento del hombre creyente. Este le pide a Dios que rasgue el cielo y que baje…, y afirma inmediatamente que Dios sale al encuentro de quien practica la justicia y sigue sus caminos. El Señor es como el alfarero, que nos modela a nosotros, que somos la arcilla; y también podemos afirmar que nosotros somos su pueblo, la obra de sus manos.

En su 1ª Carta a los Corintios, San Pablo manifiesta que Dios nos ha concedido su gracia en Nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos sido enriquecidos en todo, en el hablar y en el saber. Afirma respecto de quienes esperan la Venida gloriosa de Cristo que ellos no carecen de ningún don. Él los mantendrá fieles hasta el final, para que no tengan de qué acusarlos ante el tribunal de Nuestro Señor Jesucristo.

El Evangelio según San Marcos, ante la falta de concreción sobre el momento de la Venida gloriosa de Cristo, nos recuerda la llamada de Jesús a estar en vela. No sabemos en qué momento llegará el Señor: de ahí que nosotros, sus siervos, debamos estar siempre despiertos, para abrirle la puerta, apenas llegue y llame.