Atención Primaria de Santiago pierde 15 médicos en dos años y todo apunta a que seguirá la sangría

Es la especialidad que más plantilla ha reducido, según datos del Sergas

Desde el colegio provincial se achaca a las jubilaciones, a que optan a plazas en PAC y Urgencias hospitalarias, pero también a la sobrecarga laboral

Fachada exterior del centro de salud Concepción Arenal ubicado en la capital gallega

Fachada exterior del centro de salud Concepción Arenal ubicado en la capital gallega / Jesús Prieto

En solo dos años Atención Primaria de Santiago ha perdido quince de los cien médicos con los que contaba en el inicio de la pandemia, en 2020, según se puede observar en los datos recogidos por Recursos Humanos del Servizo Galego de Saúde, que dejan en 85 los facultativos al finalizar 2022 frente a los 86 que había el ejercicio anterior. En 2019, el último antes de la irrupción del covid, la cifra era de 101. Unos datos en los que se incluyen las unidades de primaria, de apoyo y de urgencias, y que reflejan que en 2022 se volvió a niveles similares a los que se manejaban en 2004, el primer año incluido en este balance y en el que había 81 médicos.

De entre las diferentes especialidades sanitarias analizadas, llama poderosamente la atención que la de médico es la única que experimenta esta sangría, hasta el punto de que el resto o bien se mantienen estables o incluso aumentan, con la única excepción de pediatría, que en 2021 se quedó sin uno de los trece profesionales con los que contaba y se mantiene en ese rango, y odontología, que también en 2021 perdió uno de los cuatro odontólogos que había desde al menos 2019. Por contra, la de matrona ganó una el año pasado, contabilizándose en este momento seis frente a las cuatro de 2019, y la de farmacia se duplica, pasando de las dos existentes hasta 2021 a las cuatro del último ejercicio.

También se incrementan las de ATS-due, pasando de 67 en 2019 a 68 un año después y a las 74 de los dos últimos. Se mantienen estables las de auxiliar de enfermería, con siete plazas invariables, las mismas que de celador; cuatro de asistente social y seis de fisioterapeuta.

Frente a ello, el acusado descenso de profesionales médicos en atención primaria de Santiago es consecuencia de varios factores, entre ellos las jubilaciones masivas que se están produciendo, pero también la opción para los nuevos de optar a plazas en Puntos de Atención Continuada (PAC), en urgencias hospitalarias, emergencias o el 061, y hay quien se decanta por la sanidad privada por la sobrecarga de trabajo.

Una situación que, tal y como explica en conversación con este periódico la vicepresidenta del Colegio Oficial de Médicos de A Coruña, Azucena Prieto, “va a seguir produciéndose en los próximos años, no sólo en atención primaria, pero en este caso se han creado muchos dispositivos desde la puesta en marcha de los PAC que los precisan, y mientras no haya la especialidad de urgencias se van a seguir necesitando estos profesionales para cubrir tanto las urgencias hospitalarias como las emergencias o el servicio del 061, y todo eso hace que tienes que distribuir los profesionales con los que cuentas como puedes, puesto que no todos van a trabajar en los centros de salud”. 

A ello hay que añadir que “existe una generación de facultativos de 65 años que está llegando a la jubilación, que entró cuando no había tantos dispositivos y todos iban a los ambulatorios”, resalta la también médico de atención primaria tras salir de una guardia en Urgencias del hospital del Barbanza, donde ejerce.

Interrogada sobre la postura del organismo al que representa para paliar esta situación, señala que apuestan por “racionalizar los dispositivos, ver cuáles son los indispensables porque a lo mejor no puedes tener tanto PAC abierto y hay alguno que se puede concentrar, al igual que centros de salud que abarcan municipios muy pequeños, igual habría que derivarlos a otro centro próximo porque resulta más eficiente, pero es algo que hay que explicar muy bien”.

Reconoce Azucena Prieto que “no es una medida popular quitar a un médico si lo has puesto, la población no va a querer, pero hay que explicarlo muy bien, hacer mucha educación sanitaria, dar muchas explicaciones y comunicar muy bien las decisiones que se van a tomar”. Insiste en que “esas medidas son difíciles de tomar y, sobre todo, pasan por una decisión muy bien pensada y con mucha comunicación detrás”.

Al margen de las jubilaciones, que “basta ver las plantillas actuales para saber que las previsiones apuntan a que se incrementarán aún más”, la vicepresidenta del colegio provincial asegura que “la perspectiva es ahora mucho más amplia para los médicos que terminan su formación, tanto en la medicina pública como en la privada, se está formando a médicos que no sabes dónde van a acabar, algunos deciden irse fuera o apuestan por otra especialidad viendo la situación de su contrato, con unas condiciones duras en cuanto a jornada y carga laboral”.

Pone el acento también en otro factor, el del reconocimiento social, ya que cree que “en los últimos años el reconocimiento de estos profesionales ha empeorado, y ello influye a la hora de decantarse por la especialidad de familia”. Por ello, subraya que “es una de las medidas que decimos que tiene que mejorar de alguna manera, así como la de aliviar la sobrecarga laboral”.

Para Azucena Prieto, “en la sociedad actual somos mucho más exigentes en todos los sentidos, también a nivel de salud, queremos que todo se haga de forma inmediata”, y ello lleva a que muchos pacientes que no son atendidos en el momento en sus centros de salud, “van al PAC por la tarde a que les atiendan, aunque igual era mejor esperar un día más a su médico, que le conoce mejor y probablemente pueda abordar mejor su caso, pero tampoco hay una educación sanitaria para saber qué es lo realmente urgente y lo que no”.

Añade que la población envejece, lo que “supone que es gente con más enfermedades, con más riesgo de complicaciones, y necesita una mayor atención, lo que a su vez produce una sobrecarga en los servicios”. Prieto resume el momento actual como “un cambio de paradigma en el que la población envejece, pero también los sanitarios, con lo que para cubrir todos los dispositivos de una forma adecuada tenemos que reordenar los recursos existentes”.