Nervios y ganas ante la prueba MIR
Con miedo a que la tensión les jugara una mala pasada, pero esperanzados de que la intensa preparación de los últimos meses daría sus frutos, algunos de los 1.382 aspirantes a una plaza de formación sanitaria especializada en Santiago centraban la clave del éxito en su propia convicción y la agilidad en las respuestas
Koro Martínez
En plena cuenta atrás para someterse a un examen de cuatro horas y media de cuyo resultado dependerá su futura formación sanitaria especializada y agolpados desde bastante antes de la hora a la que habían sido citados, algunos de los 1.382 aspirantes convocados en Santiago se mostraban este sábado nerviosos ante el reto que se les venía encima, pero también con ganas de pasar página a lo que la mayoría de los consultados por este periódico considera han sido unos meses de intensa dedicación a prepararse, teniendo que renunciar a cambio a un montón de cosas de su vida cotidiana.
A las puertas de la Facultad de Medicina de la USC, en la que al igual que Fátima Neira muchos de ellos cursaron sus estudios, esta joven lucense consideraba como uno de los elementos más importantes para obtener una de las 11.607 plazas que en esta convocatoria se ofertan en el conjunto del Estado, de las cuales 8.772 lo son para médicos internos residentes, “acudir con confianza ao exame e a ver que sae”.
Muy contenta por la preparación recibida en su academia para una prueba a la que se presentaba por primera vez, insistía en que “o máis difícil é manter a confianza nunha mesma no propio exame, deixar de pensar se esta pregunta non a sei e pasar á seguinte”.
La compostelana María Alcaraz, que también estudió en la USC y se ha preparado para el MIR en una academia, admitía que esa preparación “fue muy dura porque supuso renunciar a un montón de cosas durante meses, desde prácticamente septiembre del año pasado (2022) y más intensamente desde junio”. Se mostraba “con muchas ganas de sacarlo de delante, con fuerzas y a intentar que salga lo mejor”. “Compararte con otras personas y competir con tu propia mente, con los pensamientos de si puedo o no puedo hacerlo” es para ella el mayor hándicap ante esta prueba.
Para el ferrolano Diego, lo fundamental ante el examen eran “los nervios porque te pueden jugar una mala pasada, ya que a nivel de preparación llevamos un montón de tiempo estudiando, así que no es que tengamos falta de conocimiento, sino que es mucha materia y realmente no te puedes acordar de todo”. Resaltaba que “el tiempo es justillo y si te empiezas a poner nervioso, a preocuparte, pierdes el tiempo y la lías”.
Sobre afrontar una prueba de cuatro horas y media, señalaba que en las academias se les prepara adecuadamente para ello y se les hacen simulacros para entrenarlos en este aspecto, de forma que “no solemos tener problema con eso realmente”.
Aspirantes a una plaza como enfermera interna residente, las santiaguesas Paula Torreiro y Xiana Rodríguez, junto a Celia Seijo, de Caldas, e Irene Rey, de Rianxo, compartían juntas ante la Facultad de Ciencias Políticas de Santiago la tensa espera hasta ser llamadas para poner sobre el papel todo lo aprendido durante largos meses de estudio.
Al ser preguntadas por sus impresiones, coincidían en que lo más difícil había sido mantener la constancia y no pensar en tirar la toalla ante una enorme cantidad de temario, con mucha información que manejar al mismo tiempo.
El preparador es un entrenador deportivo, un psicólogo, un profesor y un comediante
Si los 30.028 opositores se juegan su futuro, también los preparadores tienen cierta sensación de estar examinándose. Y lo hacen ante una prueba que según Miguel Franco Álvarez ha aumentado significativamente el nivel de exigencia en los últimos tiempos.
Preparador de entre 70 y 80 alumnos en la sede de Amir en Santiago, además de los tutorizados en modalidades a distancia, subrayaba que “si comparamos la dificultad de las preguntas de hace 20 años y ahora, la formación ha ido escalando hasta un nivel sin precedentes”, lo que ha llevado a que comiencen “antes a introducirse en la preparación del MIR”.
Convencido de que “ningún médico sabe tanta medicina como el día del MIR”, recalcaba que “aunque es arduo y estresante, la recompensa siempre llega para el que trabaja de manera constante, y aquí la competición es individual, es enfrentarse a uno mismo para conseguir la plaza de una especialidad que desee”.
Sobre el desempeño de su oficio, en el que es su segundo año como tutor “y último”, lo definía como una mezcla de “entrenador deportivo, profesor de instituto, psicólogo y comediante porque gran parte consiste en seguir a los alumnos los meses de preparación”. Algo que por lo general arranca con el inicio de sexto de carrera, donde se les enseña a aprovechar de manera eficiente el estudio, y cuando se gradúan“empieza la parte más psicoterapéutica”.
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