Vari Caramés y Ángeles Sales

El fotógrafo ferrolano protagoniza una exposición especial en la galería Trinta titulada 'Bosque animado', dedicada a quien fue su mujer al aunar imágenes suyas y actuales de ella

"Es un proyecto de sentimientos, más que conceptual", subraya

Vari Caramés en la Galería Trinta

Jesús Prieto

“Es un proyecto de sentimientos”. Así describe Vari Caramés su nueva exposición en Santiago. Vari es un tótem de la fotografía en Galicia pero no lo parece dado ese verbo campechano que también emplea cuando mira, aunque tras la cámara se entregue mucho a esa deriva llamada poesía, cuyo oleaje no teme porque llegó a este mundo en Ferrol (1953) y se asentó en A Coruña.

Foto de Vari Caramés/Cedidatrinta

Foto de Vari Caramés/Cedidatrinta / xabier sanmartín

Vari tiene en la galería Trinta (Virxe da Cerca, 24) una exposición donde enseña una parte íntima de sus adentros. En pocos metros, reúne una docena de fotos suyas y una decena de piezas de Ángeles Sales, su mujer durante años, una muestra “emocional”, matiza. “Sencilla”, añade. Ese proyecto llamado Bosque animado (con Ángeles) se puede ver hasta el 15 de marzo en el salón de arte que auspicia Asunta Rodríguez como directora, a quien Vari saluda con calidez al llegar, sellando el reencuentro de amistades.

“Ha quedado muy bien Asunta, de verdad, muy bien”, señala él bajando las traviesas a modo de escaleras de una galería donde coincide con Tono Arias, otro as de la fotografía, y ex reportero de este periódico en los años 90, hoy asentado en A Estrada.

“Ya era hora de que hicieras una buena exposición”, le dice riendo al maestro Caramés, que atiende a EL CORREO feliz por como ha quedado dispuesto el (im)pulso emotivo a cuatro ojos de esta exposición que resume su nuevo libro, Bosque animado, editado con Fabulatorio.

“Siempre le decía a Ángeles: ‘Nena, tenemos que exponer algún día juntos’. Y ella me respondía: “¡Bah!, estas chiflado, dedícate a lo tuyo’... Ella, realmente, era pudorosa, tímida, no era una pintora profesional pero sí que tenía mucho talento y había mucho encanto en las cosas que hacía. A estas piezas de la exposición, ella las llamó bosque. ¿Por qué? Porque ella cogía un papel, abrazaba a los árboles, frotaba el papel sobre la corteza, le daba luego acuarelas por encima para darle sus toques personales, y así iba creando una nueva corteza, una nueva sensación. Y a esa serie la llamó así, bosque” .

El Bosque de Ángeles Sales

“A ella le gustaba muchísimo la naturaleza y, en varias ocasiones, fuimos a la Fraga de Cecebre, que yo fotografié, y en algún caso la fotografié también a ella, integrada en el bosque. Y con el tiempo, noté que me rondaba por la cabeza hacer una exposición como ésta como homenaje a ella, y es lo que he hecho”, cuenta el hijo de un padre que nos hizo un regalo cuando llegó un día con una cámara Voigtlander y se la puso encima a un adolescente Vari, que halló así la ventana por la que descubrir el mundo al mismo tiempo que la ventana por donde mostrarlo, como si fuera un juego de su admirado Julio Cortázar. Y luego vino lo que vino, claro. Vari mandó a hacer puñetas los estudios de Arquitectura Técnica, expuso en 1980 en O Patacón e inició su carrera en el jazz de la mirada, llamémosle fotografía, cuya música hoy llega de nuevo hasta Santiago con un proyecto que le guiña un ojo a la fraga literaria de Wenceslao Fernández Flórez.

“Una de las piezas con las acuarelas de ella que vemos en Trinta, muy ampliada, es la que se utilizó para la portada del foto libro y la contraportada, una pieza que es como una camisa que se abraza al libro, un guiño a su trabajo y… quedó una pieza que, para mi gusto, es muy delicada y muy bonita. Las fotos reflejan momentos donde las luces te acompañan en el bosque y, de repente, te sorprenden cuando vas caminando. La idea es esa, dejarse llevar un poco por ese ritmo y ese susurro de la naturaleza. Este proyecto se basa simplemente en… contemplación y paz, que es lo que me genera a mi todo esto. Encontré las fotos de los días que fuimos al bosque y pensé que una muestra como ésta era lo ideal porque el tema me venía dado, era algo que estaba como latente y, de repente, despertó, estaba ahí y, digamos que… salió a pasear todo este paseo con ella por ese bosque”.

“Hay solo doce fotos porque es un tema pequeño, no quise que hubiera muchas cosas. Quería que ella estuviera conmigo en la exposición, por eso hay también piezas suyas que ayudan a contar la historia. Es un proyecto más de sentimientos que conceptual, importa más lo que se siente dentro que lo teórico”, reitera Vari, entusiasmado pero sereno durante su visita a Compostela.

Santiago siempre fue una ciudad que me encantó. Tengo una relación con la galería Trinta que viene desde el año 2000, desde cuando estaba en la Rúa Nova, 30, e hice mi primera exposición con Asunta, en aquel segundo piso que tenía su encanto… Sobre Santiago hice una serie en blanco y negro llamada Compostela, que se debió a que tengo una relación especial con esta ciudad. Siempre me enganchó el clima, la atmósfera que hay, aunque ahora no me gusta tanto con tantos guiris, ni con tantos peregrinos, las cosas como son, porque se pierde un poco el encanto pero parece que es algo inevitable y que todas las ciudades acaban intoxicándose de todo eso un poco”, suelta circunspecto Vari antes de decir como ve su sector.

“En Galicia, desde hace años, hay un impresionante despertar de la fotografía. Hay mucha afición, mucha pasión, muchos fotógrafos y fotógrafas muy interesantes y cada vez hay más fotolibros, como bien sabe Tono (Arias). Cada vez hay más miradas que editan sus libros o los autoeditan. Hoy la fotografía es un mundo muy rico, afortunadamente”.