“Dejar de beber es sencillo, lo difícil es mantenerse sobrio”

La ciudad de Santiago cuenta con dos grupos de Alcohólicos Anónimos y un tercero, de ámbito más global, con sedes en Teo y O Milladoiro 

El anonimato tiene una importancia central en AA, la recuperación es un algo confidencial

El anonimato tiene una importancia central en AA, la recuperación es un algo confidencial / Antonio Hernández

El alcohol es una droga legal y social, es muy accesible en nuestra sociedad, a diferencia de otras sustancias, y está presente en cualquier evento de carácter comunitario, cualquier celebración. Pero también puede ser letal, una característica que pasa habitualmente desapercibida, salvo en las reuniones de Alcohólicos Anónimos (AA), donde se recuerdan unos a otros que cuando eres un “enfermo alcohólico, el impulso de beber sólo cesa cuando te quedas inconsciente, te mueres o te vuelves loco”. 

Así habla María, miembro del grupo Milladoiro (que opera en Ames y Teo) en una sesión de AA organizada en Compostela por el grupo Santiago y cuyo objetivo es “dar a conocer el funcionamiento de alcohólicos anónimos”. A la reunión asisten Manuel, Luis, Key, Mónica, Ángel, Alberto, Manolo, María y Carlos, todos “enfermos alcohólicos” que se mantienen sobrios, en parte, gracias a acudir a estas sesiones en las que “no se dialoga” sino que aquel que quiere compartir con el grupo lo hace y los demás, simplemente escuchan. 

La complicidad de los medios

El anonimato es fundamental en un grupo AA, “ofrece a nuestros miembros la seguridad de que su recuperación será un asunto confidencial”, y así reza el cartel que preside la mesa de reuniones “Lo que oigas aquí, lo que veas aquí, cuando salgas de aquí que todo quede aquí”. Pero esta discreción —ligada al estigma social que impregna el alcoholismo— debe compatibilizarse con su comunicación en los medios, por eso EL CORREO GALLEGO fue un invitado especial a la sesión, porque difundir la existencia de AA “es una de las formas principales para atraer alcohólicos a la comunidad”, explica Manuel.

Key, que lleva 45 años sin tomar alcohol, recuerda que cuando él llegó al grupo Santiago —que todavía se reunía en San Roque—, realizaron una experiencia análoga, también con este diario, y vieron un incremento del número de personas que se acercaron a la comunidad a partir de entonces.

El colectivo lucha por desembarazarse de los prejuicios ligados a sus reuniones, “no estamos afiliados a ningún partido político, secta, religión... no pagamos cuotas”, dice Manuel, “el único requisito para ser miembro de AA es el deseo”, ni siquiera la asistencia periódica a las reuniones es obligatoria.

La recuperación de un alcohólico también se basa en ayudar al otro

La recuperación de un alcohólico también se basa en ayudar al otro / Antonio Hernández

Todos los participantes en la sesión coinciden en señalar “el deseo” de permanecer sobrio como algo fundamental para recuperarse. “El alcohólico es una persona que cuando bebe sufre”, apunta Key. “Dejar de beber es sencillo, lo difícil es mantenerse sobrio”, coinciden. Pero en el grupo de AA, al que también todos llegaron “con temor” o pensando que ellos no tenían un problema grave, descubren “que otras personas hicieron lo mismo que tú, encuentras una comunidad en la que te van a entender porque han pasado lo mismo”, aseguran. 

El ritual siempre es el mismo, cada día hay una lectura de Reflexiones o del libro Alcohólicos Anónimos, cada temporada uno de los miembros del grupo se ocupa de abrir el local, otro prepara el café, contribuyen económicamente con lo que cada uno estima a los gastos del grupo, y comparten sus alegrías por mantenerse lejos del alcohol, o sus temores, sus problemas y sus angustias, que pueden llevarlos a una recaída, “estamos a una cerveza, a una copa de poder recaer”.

El estigma social

Señalan también a la sociedad, “la gente de afuera cree que uno es débil de carácter o no tiene suficiente fuerza de voluntad para tomarse una copa y parar de beber”, pero una adicción va mucho más allá. “Somos enfermos”, dice Ángel, “no somos culpables de padecer la enfermedad” pero, apunta María, “somos responsables de recuperarnos”.

Y en esa recuperación, el grupo tiene una importancia que va más allá de las sesiones, pues todo aquel miembro que lo desee puede ofrecer su contacto a los demás “y antes de pensar en beber, simplemente llamas, hablas de cualquier cosa hasta que se te va esa obsesión”. Y cuando estás al otro lado del teléfono, “cuando apadrinas o amadrinas, esa responsabilidad te ayuda a no beber y beneficia tu recuperación”, destaca María.

El estigma, creer que una persona es alcohólica por falta de voluntad, o restarle importancia a situaciones derivadas de la adicción, incluso “a veces la familia esconde el problema”, apunta Luis, no sólo está afuera. La primera vez que se acercaron a AA incluso ellos creyeron que lo que se iban a encontrar era “gente desastrada, incluso bebiendo”, recuerda Manuel que el mismo pensaba de esa manera. 

La vergüenza y esa tendencia a ver al “borracho” como alguien ridículo, “del que los demás se ríen”, también afecta a la gente más joven, que llega a AA e integra el grupo Santiago, a pesar de que ese sentimiento llevó a algunos de ellos a no acudir a esta sesión “más pública”. En muchas ocasiones también los jóvenes, como tantos otros miembros de AA llegan al grupo “después de pasar por el médico de cabecera, el psiquiátra o el psicólogo o haber tomado algún tratamiento farmacológico”.

La diferencia entre acudir a estos profesionales o asistir a una reunión de AA radica en que “aquí somos todos iguales”. Cuenta Luis que lleva 12 años de recuperación, y antes de llegar a AA pasó por médicos, “pero al doctor puedes mentirle, decirle que bebes lo normal aunque lo normal es no beber, pero aquí esa mentira no tiene sentido”. Al igual que sus compañeros llegó al grupo “destruido como persona”, “yo no quería matarme, pero vivir ya no me valía la pena porque la pena es muy grande”.

Luis pone el foco en la necesidad de que se creen más grupos de AA -en Galicia hay 18, unos 300 en toda España-, que se pueda trabajar conjuntamente con médicos, con la UMAD (Unidad Municipal de Atención al Drogodependiente)... porque “todo lo que hay y diez cosas más todavía no sería suficiente” para la recuperación y porque el alcoholismo, dice Luis, “no hay que ocultarlo, hay que airearlo”, algo en lo que coincide Key, que pone su atención en los adolescentes, en las cifras de comas etílicos entre ellos y en la necesidad de que eso se hable en los institutos “si no la sociedad no hace nada”.

La cifra de fallecidos por causa del Covid-19 asciende a más de 6,3 millones de personas (entre finales de 2019 y mediados de 2022), pero Luis nos recuerda que la OMS (Organización Mundial de la Salud) dice que “anualmente mueren por alcoholismo 3 millones de personas y parece que no pasa nada”. Unos números sobre los que todos los alcohólicos en recuperación quieren poner el foco.

¿A dónde puedo acudir?

Grupo Santiago se reúne en el Centro Don Bosco (c/ Belvís, nº 2) todos los martes y jueves de 20 a 21.30 horas.

Grupo Catedral se reúne en la iglesia de San Fructuoso (c/ da Trinidade, nº 12) todos los lunes y miércoles entre las 20 y las 21.30 horas.

Grupo Milladoiro se reúne en la Casa das Asociacións (c/ Agro do Meio, nº8) en O Milladoiro los martes entre las 20.30 y las 22 horas; y en el Centro Sanitario Foltra (Travesía de Montouto, nº 24) en Teo, los vienres en el mismo horario. 

Grupo Arzúa se reúne en el local de Cáritas arzuano (c/ das Dores, s/n) cada lunes entre las 20 y las 21.30 horas.