Santiago despide a las carmelitas: “No basta con decir que os extrañaremos, os lloramos”

El prior de los hermanos contemplativos recibió las llaves del monasterio de manos de la madre Ana

El arzobispo agradece el testimonio de vida y la entrega de las religiosas

Monseñor Prieto insta a la nueva comunidad religiosa a custodiar la memoria que contiene el convento

El arzobispo en el momento en que se despidió ayer de las carmelitas descalzas

El arzobispo en el momento en que se despidió ayer de las carmelitas descalzas / Antonio Hernández

Una abarrotada iglesia del Carmen acogió ayer la despedida a la comunidad de carmelitas descalzas de Santiago, que partió de Compostela después de tres siglos de oración. Y también dio la bienvenida a los hermanos carmelitas contemplativos. En presencia del arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto; y del emérito, monseñor Julián Barrio; la madre Ana hizo entrega de las llaves del monasterio compostelano al hermano Juan Diego del Niño Jesús, prior de la nueva comunidad llegada desde Colombia.

Las religiosas, acompañadas por monjas de otros conventos, durante la misa

Las religiosas, acompañadas por monjas de otros conventos, durante la misa / Antonio Hernández

Estará compuesta, además de por el superior, por los hermanos Mauricio de los Corazones de Jesús y de María, Fredy María de Jesús Eucaristía, Daniel María de Jesús Resucitado, Jesús Felipe del Inmaculado Corazón de María, Pedro de la Santa Cruz y Jesús Mateo del Amor Misericordioso. “Que nuestra presencia, que llega con temor y temblor, sea acompañada por cada uno de ustedes”, manifestó el nuevo prior, antes de señalar que “hoy no es el día en el que no se cierra un monasterio, sino en el que contemplamos la obra de Dios”. Ante los cientos de fieles, algunos incluso emocionados, que llenaban la iglesia del Carmen, el hermano Juan Diego sostuvo que “muchos pueden contemplar la salida de nuestras madres como un exilio, solo que ellas tienen claro detrás de quién y hacia dónde van, porque en definitiva nuestra patria es el cielo”.

Manifestó que “el claustro, el cementerio y cada uno de los lugares de este monasterio huelen a Carmelo, huelen a Teresa de Jesús y a Juan de la Cruz. Estamos sobre tierra de mártires, porque sin duda cada una de las monjas que vivieron aquí se han entregado por completo. Muchos de los que estamos aquí seguro que somos fruto de la oración desinteresada de cada una de ellas”.

Y apuntó que “el sacrificio de nuestras madres hace que hoy brote un nuevo retoño en Galicia, en España y de una manera especial para el mundo entero: el Carmelo contemplativo, un nuevo hospital para el alma en el que estamos seguros de que muchos encontrarán consuelo. A nuestras madres hoy les decimos que tengan buen camino, y a mis hermanos carmelitas contemplativos hoy les digo: bienvenidos a casa”.  

En su homilía, el arzobispo de Santiago, monseñor Prieto, quiso ante todo dar las gracias a las madres carmelitas descalzas. “Vosotras desde vuestra vida contemplativa nos mostráis algo ante lo que nuestros ojos están ciegos. Cuántas veces no somos capaces de vislumbrar lo esencial. Gracias por ser esa profecía desconcertante para este mundo en el que a veces predomina más el que más grita. Vosotras nos recordáis ese valor profético del silencio, de la contemplación orante, de mirar al corazón del hombre para ponerlo delante de Dios. No basta con decir que os extrañaremos, porque realmente os lloramos”, remarcó. 

La nueva comunidad de hermanos carmelitas contemplativos que habita el convento

La nueva comunidad de hermanos carmelitas contemplativos que habita el convento / Antonio Hernández

El prelado también tuvo palabras para los nuevos monjes que llegan a Compostela: “Bienvenidos a esta casa y a esta familia que es la Iglesia diocesana de Santiago. Os recibimos y os acogemos para que también vuestra presencia, en la espiritualidad del Carmelo, sea un testimonio aquí. Vais a custodiar no solo una casa sino una semilla oculta, que es la semilla de la santidad. Custodiad la memoria que ha habido aquí de oración, de hospitalidad, de santidad”.