MÚSICA

“Tocar este órgano de Santiago es como estar cantando”

La compostelana Marta López Fernández, acompañada por Maria Danneberg clausura este domingo el IX ciclo ‘De lugares y órganos’ en la Iglesia de la Universidad (20 h).; gratis

Marta López Fernández durante un ensayo celebrado ayer en el órgano de la Iglesia de la Universidad

Jesús Prieto

Como en el famoso cuento breve de Augusto Monterroso (“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”), cuando la compostelana Marta López Fernández vino al mundo, el órgano de la Iglesia de la Universidad, un dinosaurio musical con 600 tubos, ya estaba ahí. Sus manos despiertan hoy en Santiago a las maderas y metales de ese gigante construido en 1800-1802 por el maestro organero compostelano Manuel Sanz. A las 20 horas, con entrada libre, López Fernández a las teclas, acompañada de Maria Danneberg a la viola de gamba tenor y bajo, dan el concierto que clausura el IX ciclo De lugares y órganos ('De,lugares e órganos'), impulsado por el Concello de Santiago, bajo dirección de Belén Bermejo y asesoría de Andrés Díaz.

Referentes de dos protagonistas del ciclo 'De lugares y órganos'

“Yo me aficioné al órgano porque Bach (1685-1750) era mi compositor favorito”, explica la organista santiaguesa, profesora de clave del Conservatorio Profesional de Música Manuel Quiroga de Pontevedra, ciudad donde vive desde hace tres años.

“En mi caso, el gran referente que me trajo a la viola de gamba fue Marin Marais (1656-1728)”, añade Danneberg, establecida en Viena, y que habla un buen castellano que solo se desliza al inglés para decir “good choice” (buena elección), al describir el repertorio que proponen hoy, dedicado a la música inglesa del siglo XVII.

“Ya toqué antes en Santiago, con Belén (Bermejo) y su formación, Grupo de Música Antiga 1500, hace dos años. Me encanta visitar esta ciudad porque la gente de Galicia es muy amable de corazón y siempre es un gusto trabajar con ella y conocer a personas como Marta”, dice Maria repartiendo piropos que Marta devuelve:“Igualmente, es un placer trabajar juntas”.

Ambas charlan con EL CORREO GALLEGO tras un ensayo, con el dinosaurio gigante por testigo tranquilo, asentado en el coro alto de la iglesia, al lado izquierdo. Es un órgano de tipo polifónico con teclado único de ventana y 24 juegos (flautados, cornetas, trompetas reales, clarines...) y una trompetería espectacular.

Tras el primer contacto por email, intercambiándose partituras, la profesora compostelana, que vivió diez años en Inglaterra, allanó el camino de esta colaboración a distancia con Maria gracias a tener entre sus referentes a William Byrd (1540-1623).

“Tenía algunas ideas porque Byrd es uno de mis compositores de órgano favoritos y el año pasado se cumplió el 400 aniversario de su fallecimiento, y me parecía muy especial poder tocar alguna pieza suya, y para hilar bien esas ideas dentro del programa del ciclo nos hicimos llamadas telefónicas para darle un buen equilibrio al programa de este concierto, para que tenga unos momentos de pausa e intimidad y otros de más alegría...”

López Fernández, al fondo, y Maria Danneberg

López Fernández, al fondo, y Maria Danneberg / Jesús Prieto

Amén de varios ensayos conjuntos durante esta semana, Marta aprovechó marzo para adelantar faena.

Gracias a Belén Bermejo y a la Universidad de Santiago

“Vivo en Pontevedra y gracias a Belén y a la Universidad de Santiago pudimos acordar unas mañanas para ensayar. Ya solo poder ensayar en este órgano es algo único para mí porque tiene un sonido muy especial. Tocar este órgano es como estar cantando, es una delicia. Es estar manifestando una voz que está callada mucho tiempo. Dejar cantar al órgano para que surjan esos sonidos desde la partitura a través de la madera y del metal, darle vida, es muy especial. Además, está todo lo que te devuelve este espacio tan especial que es la Iglesia de la Universidad. Cuando yo empecé a formarme como organista el primer órgano que toqué fue el de San Miguel dos Agros, pero, tras esos inicios, el órgano con el que recibí clases fue este, con el organista francés Bruno Forst, que daba clases esporádicas en Santiago, y más tarde me formé con Roberto Fresco. Recuerdo que en aquellas tardes de invierno, lloviendo, venir a dar clases con este órgano era como abrir una ventana especial”, relata López Fernández, que además reflexiona más allá del ayer. Así, pide a “colegas” y “alumnas y alumnos” de escuelas y conservatorios, “que vayan a ver conciertos”. “Se aprende mucho viendo como tocan otras personas”.

También aboga por reactivar los órganos de las iglesias de Santiago y del resto de Galicia. “Es necesario que los órganos estén más vivos, que tocarlos no sea algo puntual. Aquí hay iglesias que tienen órganos y no se mantienen porque no se tocan y es una pena. A nivel de festivales, tiene que haber inversión de las diputaciones y de los ayuntamientos... La cultura es un bien muy necesario, no pude dejarse de lado”, subraya con María (y Monterroso) aplaudiendo con la mirada.