Harán la formación sanitaria especializada en el Chus

Hablan los dos alumnos más brillantes de la USC: "Hay que saber descansar y priorizarse a uno mismo"

Rebeca Aldaz, número 3 del MIR, hará anestesiología y reanimación, y Iago Facal, número 1 del RFIR, Radiofísica hospitalaria

Comenzarán la residencia el próximo 7 de mayo

Rebeca Aldaz y Iago Facal

Rebeca Aldaz y Iago Facal / ECG

Rebeca Aldaz Martínez (Pamplona, 1999), graduada en Medicina por la Universidade de Santiago, alcanzó la tercera mejor nota de España en el examen de médico interno residente (MIR) y en menos de un mes, el 7 de mayo, comenzará anestesiología y reanimación en el Hospital Clínico de Santiago, su opción prioritaria.

"Por como soy y mis gustos me encajaba más esta especialidad”

En quinto curso de carrera hizo las prácticas en el servicio de anestesia del CHUS y “le pareció una especialidad muy completa”. “No es sólo el cuidado del paciente de quirófano, también tiene la unidad de reanimación o la unidad del dolor”, confiesa. Entre sus preferencias se encontraban especialidades generales como medicina interna –la primera que descartó– o medicina de familia, en la que también hizo prácticas. “Por como soy y por mis gustos, partiendo que a mi familia también le encantaba, me encajaba más anestesiología”, señala.

Un total de 12.721 personas se presentamos el pasado 20 de enero al examen MIR para optar a una de las 8.772 plazas disponibles en España. En Santiago sólo se ofertaban cuatro plazas, por lo que cuando Rebeca conoció los resultados ya sabía que se quedaría en la capital gallega. “Las personas que estaban por delante de mí querían quedarse en Madrid”, apunta. Aún así no lo celebró hasta que llegó la confirmación del Ministerio.

Al día siguiente de la realización del examen la pamplonica comprobó la plantilla de respuestas. Tuvo 184 aciertos y 16 fallos. “De la prueba salí con unas sensaciones muy raras porque había preguntas de temas que se solían tocar habitualmente pero de detalles que no era recurrente cuestionar”, manifiesta, lo que le hizo dudar de si en algún momento a lo largo de la preparación había visto esas preguntas. Una vez hizo la comprobación percibió que el resultado “era muy bueno” y luego, cuando salieron las listas, “era mejor que lo que me estimaban en la academia”.

La joven reiteró que en las academias en las que se apuntan los estudiantes para preparar el MIR se hacen todas las semanas un examen de 200 preguntas con el fin de ir practicando. Así, definió al examen como “un simulacro difícil”, a pesar de que en el momento de hacerlo decidió “no darle muchas vueltas a eso e ir contestando”. Para Rebeca es “una sensación que se tiene casi todos los años porque la gente siempre dice que es difícil y atípico”.

En su caso estuvo formándose en la academia Mir Asturias. Empezó a preparar las pruebas en el septiembre de 2022, en sexto de carrera. Luego se marchó a Oviedo, donde pasó seis mes en los que exclusivamente se dedicaba a estudiar. 

“Confío en poder ayudar a las personas con lo que vaya a aprendiendo y disfrutar mucho, a pesar de que vaya a ser duro”

La clave para no perder la calma, en palabras de Aldaz, es “ buscar el equilibrio entre estudiar y descansar”. Considera que “hay que saber descansar porque no se puede pasar tantos meses dedicándose exclusivamente a estudiar sin tener momentos en los que te priorices a ti mismo”. Pone como ejemplos salir a hacer deporte o quedar con los amigos “aunque sea solo media o una hora al día”. Además, en su caso, los domingos decidía no tocar los apuntes con el fin de “recargar las pilas”.

Para ella fue fundamental el apoyo recibido por parte de su familia y amigos en los últimos meses. “Tener a alguien que confíe en ti es un motor para seguir adelante”, confiesa. El día previo a la realización del examen su familia se desplazó hasta Oviedo para acompañarla y la mañana de examen “estuvimos paseando por la ciudad para que afrontara la prueba con la mayor tranquilidad posible”. Define de “especial” ese día al ponerse fin a muchos meses de preparación. 

Durante su etapa como residente, Rebeca Aldaz confía en “formarse lo suficiente, poder ayudar a las personas con lo que vaya aprendiendo y disfrutar mucho, a pesar de que vaya a ser duro”. En un futuro se ve ejerciendo como anestesista, aunque desconoce dónde terminará. “Llevo desde 2017 en Galicia, donde hice un buen grupo de amigos y es sin duda un lugar increíble para vivir. Me encanta su naturaleza, las playas y la gastronomía”. Piensa que en Santiago puede ser muy feliz “como ya lo fui durante la carrera”.

“Quería ayudar en el ámbito sanitario ya que un familiar enfermó de cáncer”

El pontevedrés número 1 del RFIR (radiofísico interno residente) se quedará en la capital gallega para formarse en el Hospital Clínico tras cursar Física en la USC y hacer un máster. A sus 24 años ha tomado la decisión de escoger la especialidad de radiofísica hospitalaria. “Quería ayudar en el ámbito de la sanidad ya que un familiar mío enfermó de cáncer y como físico, la única especialidad que tenemos es esta”, asegura Iago Facal Molina. Inicialmente su idea era hacer un doctorado en Física de Materiales, “un tema que en principio no tenía nada que ver con esto”.

Al quedar en primera posición sabía que a pesar de tener que hacer una lista de posibles destinos se iba a quedar en Santiago.

Pensando en las impresiones vividas al salir del examen habla de “regulares y tirando a malas”. A pesar de ello Facal aspiraba a conseguir una plaza y no tener que repetir el examen.

En el caso de la radiofísica el alumno tenía que esperar a que se publicaran las respuestas provisionales para hablar de resultados. “Al no haber academias grandes como en el caso de medicina, no tenemos plantillas de respuestas”, declara. Una vez que conoció la puntuación que había obtenido, sabía que había sacado una buena nota, “pero no tan alta como para convertirse en el número uno”. 

De esta manera la noticia la recibió con sorpresa e incluso un poco de desconfianza. “Tuve que recargar la página porque pensaba que había sido un fallo más, pero me di cuenta de que no, de que había tenido suerte y a la vez era una recompensa a todo el trabajo realizado”, dice. En concreto su prioridad era encontrar si se habían publicado las repuestas finales, con la resolución de las impugnaciones de preguntas. Y así fue, además de ya ver los resultados provisionales para todas las especialidades.

De las 200 preguntas, sólo falló 13 y dejó sin contestar 25. Asegura que los nervios le jugaron una mala pasada al salir del examen. “La mala sensación fue por la cantidad de cuestiones que había dejado en blanco”, dice, tras ser consciente de que de manera general cuando estudiaba “dejaba muchas menos”. Lo positivo fue que falló “relativamente pocas”. Sobre ello precisa que en el caso de la física “suele haber muchas más preguntas sin contestar que en otras especialidades” al requerir parte de ellas cálculos muy extensos “para los que no hay demasiado tiempo”. 

“No me lo creía, pero me di cuenta de que había tenido suerte y a la vez era una recompensa a todo el trabajo realizado”

En cualquiera especialidad de formación sanitaria especializada el examen tiene una duración de cuatro horas y media para 200 preguntas más las diez de reserva por si hay impugnación y alguna se anula existir algún error en el enunciado o respuestas. Con lo cual, “conviene hacer también las diez de reserva o por lo menos las primeras por si acaso”. Este año se anularon dos en el RFIR, donde cerca de 300 personas compitieron por obtener una de las 48 plazas en todo el país. 

Iago Facal contó con el apoyo de una academia para la preparación. “Son más pequeñas que las que forman a médicos, siendo la mayoría foros donde se discuten las preguntas de otros años”, aclara. Además, hay algunas que incluyen exámenes hechos por los profesores de la propia academia. De esta manera define el modo de estudio como “un trabajo propio, poco guiado”.

El pontevedrés comenzó a estudiar a mediados del pasado mes de agosto. Lo hacía seis días a la semana, y entre ocho o diez horas al día. Concreta que “variaba en función de si tenía trabajo acumulado”, pero siempre marcaba bien los descansos, “tan importantes como el propio estudio porque si no no rindes”.

Sobre su etapa en la Universidad de Santiago recuerxa que “fue positiva”, principalmente porque “me gustaba ir a clase y estudiar, aunque los exámenes no tanto”. En definitiva, “disfruté mucho como estudiante en Santiago”.

Como residente en el CHUS espera “aprender lo máximo posible y poner mi granito de arena ayudando con mi trabajo a que otras personas sanen o vivan mejor”.