Premio a Alfonso Zarauza para poner el cierre a Cineuropa 2020

Con la vida social reducida a la mínima expresión cualquier oportunidad es buena para recordar que hubo un tiempo en el que normalidad era una palabra innecesaria en nuestro vocabulario. Cada otoño, y ya van 34, primero Amal y después Cineuropa son dos de las citas ineludibles en el calendario de la cultura compostelana. Y este año, pese a que hay muchas diferencias, la agenda no ha fallado.

Han sido dos semanas de cine, con solo treinta personas por pase como parte de las normas de aforo de la Xunta, en las que los asistentes han podido pasar un ratito de ocio en medio de la pesadilla. Este aspecto es precisamente el que destaca José Luis Losa, el director de Cineuropa, como lo mejor que ha dejado esta edición. “Ha sido una especie de oasis de normalidad. Había muchas ganas de celebrar esta edición y más cuando estuvo en el aire hasta el último momento”, explica Losa. El director del ciclo aprovechaba ayer, en el día de cierre de Cineuropa, para agradecer al Concello de Santiago que permitiese seguir adelante pese a coincidir con los momentos de restricciones más serias en la ciudad, de aquella en alerta roja.

El protagonista del cierre del festival fue anoche el compostelano Alfonso Zarauza. Recogió en el Principal el último premio Cineuropa por su película Ons, después de que en días anteriores recibiesen un galardón el actor Javier Gutiérrez, y la periodista y directora de Nación, Margarita Ledo. Zarauza volvió a centrar la acción en Galicia, con un filme en gallego y con actores de nuestro audiovisual. El resultado de Ons es un thriller emocional en el que los personajes muestran sus carencias afectivas en un entorno paradisíaco que, a su vez, les provoca sensaciones de libertad y de encierro. El paisaje de la isla es un protagonista más de la película ya que, aunque de forma indirecta, marca el devenir de la acción. El 18 de diciembre, Ons llegará a las salas de cine de toda España.

Durante su discurso de agradecimiento, Zarauza se remontó a sus orígenes, a eso que lo movió para empezar a hacer cine. Una actividad que él define como “unha cuestión de devoción. Un sentimento de profundo respeto e admiración inspirado pola dignidade do artista e a súa virtude fílmica”. Obviamente, no todo es color de rosa y más en un mundo a veces tan maltratado como el de la cultura. Anoche el Principal también escuchó en boca de Zarauza esa parte más oscura. La del sacrificio a nivel personal que conlleva hacer cine “de maneira enteiramente libre. Poderíase dicir que o cinema fíxome materialmente pobre, vitalmente alegre e espiritualmente rico”, se sinceró el cineasta.

Losa destaca de Zarauza la narrativa de sus guiones. “En un momento en el que cine gallego vive una etapa rupturista, más rompedora, Zarauza sigue moviéndose en un clasicismo que hay que valorar”, afirma el director de Cineuropa. También resalta el vínculo del director con Compostela, algo que quedó latente en su anterior filme, Encallados, rodada en la capital gallega. “Además de Zarauza, los otros dos premiados son personas muy cercanas por lo que fueron momentos emotivos”, reconoce Losa.

ACOGIDA. Si los organizadores de Cineuropa estaban deseando sacar adelante esta edición, el público estaba a su vez deseando disfrutarla. En los primeros días, ante las pocas entradas disponibles, la página web se colapsó por momentos. Las ganas de ver cine se demostraron en los momentos posteriores a algunas de las proyecciones cuando los directores o alguno de los actores tenía un pequeño debate con el público. “Todos tiñamos ganas de socializar e ese era un momento que permitía esa oportunidade”, admite José Luis Losa quien se guarda como punto negativo la imposibilidad de haber podido ir de vinos con los protagonistas de Cineuropa como era habitual otros años.

La edición deja otra lección. Si estas semanas fueron los hosteleros los que salieron a las rúas a reclamar que su espacio es seguro ante la pandemia, desde Cineuropa también lanzan ese mensaje de cultura segura. “A nosotros ya no nos va a influir, pero los festivales de cine recientes, desde uno tan grande como Venecia hasta este en Compostela muestran que no hubo brotes vinculados a ellos. Quizás se puede repensar subir el aforo hasta el 50 % ya que en Galicia está muy limitado”, reclama el director del ciclo.

El primer paso cuando se acaba un festival es empezar a preparar la siguiente edición. Por delante el reto de superar un cartel a la altura de las expectativas. 2020 quedará en el recuerdo como la edición en la que se dio el lugar que merece a la historia de Luz Fandiño, contada por Sonia Méndez en A poeta analfabeta; en la que la herencia de las dictaduras tuvo su hueco gracias a la brasileña Narciso em ferias o las españolas Ángeles con espada y Palabras para un fin del mundo. También la reivindicación de la libertad LGTBI en Tengo miedo, torero y la puesta en valor de la mujer en el mundo laboral en Nación.