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No es lo mismo estar falto que estar jarto

    EL OBJETO DE ESTE ARTÍCULO ES SÓLO ORIENTATIVO. CONSULTA CON TU MÉDICO

    Y/O ESPECIALISTA CUALQUIER CAMBIO EN TU DIETA O ENTRENAMIENTO

    yo practico el hedonismo pragmático, es decir, maximizo el placer pero con el mínimo riesgo asociado. Soy una especie de Epicuro de Samos, pero puesto al día. Veamos: si a mí me gusta el vino tinto, pues me tomo un copazo -o dos- pero no dos botellacos; y del tal modo si me place el café negro me tomo dos o tres tazas, no diecisiete. Coño, si hasta respirar en exceso es malo-malísimo. A lo cual, tomemos nota de lo que sigue, porque estamos...

    JARTOS de:

    CALCIO. Desde que nos han hecho creer que somos ternascos, nos apremiamos a tomar lácteos hasta el borde de la arcada. Lo malo de todo este exceso cálcico, o hipercalcemia crónica, es que lleva a su depósito en tejidos blanditos donde no debería estar, sitios como los riñones o el interior de las arterias, donde genera piedras y arteriosclerosis. Vamos, lo del gramaco de calcio es la bola más grande que nos han contado desde que nos dijeron que el hombre había pisado la luna en el 69, ¡Ja!

    FÓSFORO. Los ultraprocesados se caracterizan por 4 cosas: 1/ estar resecos, 2/ estar salados, 3/ estar insanamente edulcorados, 4/ tener fósforo a cascoporro. Cuidado con el exceso de fósforo, que junto con el excedente de calcio puede desencadenar todos los males antedichos.

    OMEGA-6. Otra de la característica de los ultraprocesados es que casi todos ellos están elaborados con aceite de maíz o girasol, y encima te ponen el dibujito del girasol dentro de un corazón para que piques y creas que están comprando algo sano. Pues mentira: lo que te estás agenciando es un engendro de Satanás que genera inflamación crónica de bajo grado.

    SODIO. Sin comentarios, porque todo el mundo sabe lo que hay, ¿no?

    AZÚCAR. Está en todas partes: panes, potitos, jarabes, salsas, barritas energéticas, cafés, zumitos... más el añadido que nosotros mismos nos auto-infligimos en forma de sacarosa. En cambio la fibra (sobre todo la fibra soluble) no aparece por ningún lado, oiga.

    FALTOS de:

    MAGNESIO. Al hincharnos a tomar leche y lácteos hemos desplazado la relación -equilibrada y paritaria- entre el calcio y el magnesio, que los cromañones cumplían a pies juntillas. Hay que volver a comer frutas y verduras, sobre todo las de hoja verde, porque ahí está el mismo magnesio y la vitamina K que le dicen al calcio dónde debe aposentarse (huesos, dientes) y donde debe pirarse (arterias, riñones).

    ZINC. Otro mineral que anda trasnochado, porque ya no comemos proteínas magras y de alto valor biológico (pescado, carne, huevos) sino más bien charcuterías infectas metidas entre dos rebanadas de pan blanco (rico en fitatos que drenan el zinc del cuerpo). Y así nos va, que tenemos el sistema inmune que da asquito, habida cuenta que el zinc es el mineral inmunológico (léase mi artículo Aleación Z).

    POTASIO. Al no comer en fresco, ya no ingresa el potasio, ¡¡¡pero sí el sodio, junto con los ultraprocesados!!! Las caras abotargadas y los tobillos de hipopótamo son fiel reflejo de nuestra adicción al sodio. Tengan un desfibrilador a mano, que el infarto es inminente.

    VITAMINA C. El otrora mono, que prescindió de la síntesis de vitamina C (a partir de la glucosa) por disponer siempre de fruta fresca a mano, se estará ahora defecando en sus antepasados, ¡¡¡porque solo comemos mierda plastificada!!! Escorbuto, no tendremos, pero el reciclaje del glutatión –el antioxidante maestro del cuerpo- cae abruptamente por depender de los excedentes (digámoslo así) de esta vitamina... y el leucocito se vuelve inoperante.

    VITAMINA D. Como tomamos menos el sol que Nosferatu ya no hay síntesis de vitamina D, y es por eso que nuestro sistema inmunitario funciona peor que un coche sin ruedas. Ah, y las cremitas protectoras, al impedir la síntesis cutánea de vitamina D por fotólisis, empeoran el cuadro carencial de una forma melodramática.

    OMEGA-3. Jamás compre usted conservas en aceite de girasol, por lo antedicho. Tampoco jamás utilice otro aceite que no sea el de oliva para cocinar; y evite en la medida de lo posible las guarradas plastificadas, ¡¡¡porque están hechas con aceites inflamatorios, entre ellos aquél!!!

    Centrobenestarsantiago.com

    11 jul 2020 / 19:46
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