Salud articular (III) : más allá del reuma
EL OBJETO DE ESTE ARTÍCULO ES SÓLO ORIENTATIVO. CONSULTA CON TU MÉDICO
Y/O ESPECIALISTA CUALQUIER CAMBIO EN TU DIETA O ENTRENAMIENTO
si las fibras de colágeno presentes en nuestras articulaciones (codos, rodillas, hombros, discos cervicales, tobillos) se pudiesen comparar con los muelles de un colchón (a la hora de acojinarlas), los aminosacáridos glucosamina y condroitina vendrían a ser el viscolátex; y yo digo siempre que es mejor apostar por el viscolátex, tanto en la prevención como en la curación, porque presenta una acción antiinflamatoria añadida. Por supuesto, cuando alguien me pregunta si es mejor tomar glucosamina o colágeno, yo les digo que la mejor opción sería la combinatoria de ambos, aunque si solo pudiese elegir uno, por supuesto digo glucosamina-condroitina.
Porque además la glucosamina posee otros muchos salutíferos efectos, al margen de la salud articular: les hablo de la oportuna reparación del intestino permeable, o poroso, que es cuando el intestino pierde su función de barrera y comienza a ser inoperante, actuando a modo de colador, momento en el cual acceden a la circulación sanguínea multitud de partículas alimenticias sin digerir y/o toxinas bacterianas, generando “irritación inmunológica crónica”: aparecen las alergias, la dermatitis atópica y la inflamación crónica de bajo grado.
Ojo, que esto no es cosa de broma: las evidencias científicas afirman que detrás del síndrome del intestino permeable pueden hallarse cositas como la dermatitis seborreica, muy diversas intolerancias alimentarias, furibundas migrañas, distintos tipos de enfermedades autoinmunes y -sí, también- la puñetera artritis reumatoide de la que nos hemos llenado la boca... todo producto de una “crispación insistente” sobre el sistema inmunológico el cual acaba por confundirse y atacar al propio hospedador (o sea, nosotros mismos).
Pero vayamos al grano: la N-acetil glucosamina (NAG) es un aminosacárido, lo que equivaldría a decir que es una sustancia producida por la condensación de un aminoácido y un glúcido (CLINCH!), pero además está estabilizada por la adición de una “grasa enana” llamada grupo acetilo. Además de presentar las mismas funciones que el resto de las glucosaminas -una vez liberada de la grasa enana- y por tanto servir para la síntesis del preciado ácido hialurónico del líquido sinovial, la NAG es necesaria también a nivel intestinal para combinarse con unas glucoproteínas con textura de gel llamadas mucinas; dichas mucinas son secretadas por las células caliciformes para formar el glucocálix, es decir, la babilla de caracol protectora que recubre todo el tracto digestivo y que esta compuesta por glucoproteínas y polisacáridos diversos. Es decir, la NAG no sólo protege-repara nuestras articulaciones sino que también hace lo propio a nivel intestinal, fabricando la babilla de caracol regeneradora-resbaladiza que 1/ mantiene convenientemente distanciados del forro intestinal a los microbios patógenos, separándolos convenientemente del epitelio; 2/ permite el desalojo oportuno de dichos patógenos con las heces (porque resbalan y precipitan) así como el avance sin cortapisas del bolo alimenticio; 3/ aporta sustrato alimenticio a las bacterias benéficas, ya que algunas de las cuales se alimentan de glúcidos y minerales diversos (entre ellos el zinc) adheridos a la babilla...
De ahí la importancia de la N-acetil glucosamina (o el sulfato de glucosamina, que también nos valdría) en la prevención de la enfermedad inflamatoria intestinal y otros desequilibrios tales como el SIBO o la disbiosis intestinal.
Pese a ser una ciencia todavía en volandas, algunos de los especialistas en intestinos permeables se han aventurado a señalar diversos compuestos vitamínicos y sustancias que pueden revertir tan porosa situación. Una de las sustancias más laureadas y señaladas por las casas de suplementos es la glutamina, el aminoácido más versátil de todos, y con mucha lógica puesto que la glutamina sirve, entre otras cosas, 1/ Para sintetizar la glucosamina tanto a nivel intestinal (para fabricar la babilla de caracol) como a nivel articular (para fabricar el líquido sinovial), mediante la enzima glucosamina sintetasa y, ojo, porque la producción de esta enzima decae ostensiblemente a partir de los 40 años; 2/ Como nutrimento para los enterocitos (las células intestinales) y también para el sistema inmune asociado a las mucosas (las células inmunológicas intestinales), siendo ambos tipos de células “devoradoras natas” de glutamina -¡SCRONCH, SCRUNCH!- 3/ Para aportar la base química estructural de la que se componen los ácidos nucleicos (los llamados anillos de purina y pirimidina), 4/ y OJO, para poder fabricar las mucinas que darán cuerpo a la babilla de caracol, antedicha. Se sospecha que muchas personas no producen la suficiente cantidad -o calidad- de babilla diaria, debido a que la producción de glucosamina endógena (propia del cuerpo) decae ostensiblemente a partir de la edad madura, lo que finalmente acabaría “secando” las paredes intestinales y poniendo en contacto directo a las bacterias patógenas con el forro intestinal, por lo que al final éstas, en vez de escurrirse con la babilla y excretarse con las heces, quedan atascadas incordiando y generando oxi-inflamación.
Para regenerar la babilla de caracol del intestino (rica en mucinas), se pueden abrir varios frentes: 1/ tomar sulfato de glucosamina o mejor aún, la versión más avanzada N-acetil glucosamina; 2/ tomar glutamina (añadida por ejemplo en el café); 3/ tomar caldo de huesos o tomarse un plato de callos (sí, también nos valdría, debido a la gelatina liberada, rica en glicina). 4/ tomar un batido de proteínas de suero lácteo en vez de glutamina aislada; ¿por qué? Porque dicho suero es ya, de por sí, extremadamente rico en glutamina y además aporta todos los aminoácidos que el cuerpo necesita para producir mucinas sanas..