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Samaín: el origen de Halloween

Es una fiesta en la que los celtas conmemoraban el cambio de estación // Una fecha que coincidía con el final de la temporada de cosecha y daba comienzo a un nuevo ciclo

La celebración de Halloween en nuestro país parece que ha llegado para quedarse y desde hace años invade con su estética nuestras vidas en la última semana de octubre. Pero en Galicia decidimos dar un paso al frente y reivindicar la tradición celta del Samaín como el auténtico origen del mundialmente conocido Halloween.

En las calles gallegas cada vez son más los que ponen en valor lo propio frente a tradiciones foráneas. El Samaín, también conocida como Noche de Brujas, Noche de Muertos o de Víspera de Difuntos, se conmemora en nuestro país siguiendo la tradición americana desde no hace tanto tiempo pero es de sobra conocido que la Santa Compaña, una comitiva de difuntos que camina en silencio y de la que podemos protegernos al lado de los cruceiros, forma parte de la mitología gallega desde hace siglos, herencia de leyendas celtas ancestrales con un fuerte arraigo en el imaginario colectivo.

Calabazas talladas, disfraces terroríficos, pandillas de niños y niñas pidiendo caramelos por el vecindario con su “truco o trato”... una estampa tan habitual en la hegemónica producción audiovisual que ha hecho inevitable que la celebración de Halloween se haya consolidado como una de las festividades más esperadas cada año.

Todo un carnaval de temática de terror dominado por brujas, vampiros, célebres personajes de Hollywood y monstruos de todo tipo que se ha colado en el calendario como una de las fechas señaladas por influencia hollywoodiense, sustituyendo en muchas ocasiones a arraigadas celebraciones tradicionales que se celebraban en la misma época del año.

fESTIVIDAD CELTA. Sin embargo, aunque Halloween tal y como lo conocemos hoy es una creación estadounidense, sus orígenes son milenarios: la festividad celta del Samhain, con la que esta cultura celebraba la transición del verano al invierno, un momento del año en el que consideraban que era más fácil el tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

En esa celebración celta tiene su origen también la “fiesta de las calabazas” o Samaín, una tradición recuperada en el municipio de Cedeira, en la provincia gallega de A Coruña, hace tres décadas y que ahora es una fecha clave en el calendario de toda Galicia, donde cada vez se celebran más desfiles de calabazas la noche del 31 de octubre. Samaín es una fiesta en la que los celtas conmemoraban el cambio de estación (de verano a invierno). Una fecha que coincidía con el final de la temporada de cosecha y se daba comienzo a un nuevo ciclo.

Pero, aunque parezca que todo estaba bañado por un ambiente festivo, lo cierto es que el Samaín guarda un lado de lo más oscuro. Se creía que, durante esa noche, las almas de los difuntos volvían al mundo de los vivos. Los mortales utilizaban máscaras y disfraces con el fin de ahuyentar a los espíritus malignos. También dejaban alimentos en las puertas de las casas para contentar a los muertos. De ahí que ahora los niños jueguen a “¿Truco o trato?” en Halloween. Igualmente, era habitual dejar el fuego encendido y la mesa sin recoger después de la cena, por si los fantasmas entraban en los hogares.

tRADICIÓN. La Asociación Amigos do Samaín de Cedeira está detrás del impulso a una tradición que se conservó en algunos enclaves de la Galicia rural, la del tallado de calabazas, y que nada tenía que ver con el Halloween que vemos hora, una celebración que hasta tiempos recientes en esa Galicia rural era totalmente desconocida. “Aunque el origen de las dos fiestas es el mismo, porque los irlandeses llevaron la celebración a Estados Unidos, allí el sentido original se pervirtió bastante. Una de las perversiones es que mezclaron el Entroido (carnaval) con el Samaín. Por eso nosotros no promovemos los disfraces, son cosas que para nosotros no tiene sentido mezclar”, explica Carlos Labraña, de la Asociación Amigos do Samaín.

La fecha, 31 de octubre, está íntimamente relacionada con los ciclos de la agricultura y la naturaleza. La “muerte” de la naturaleza con la llegada del invierno es la fecha elegida para celebrar la conexión con los muertos. En el Samaín, la luz de las velas en el interior de las calabazas talladas representa a las ánimas.

RAÍCES CELTAS. Autor de la obra de teatro infantil Camino al Samaín. La fiesta de las calabazas, Labraña ha estado implicado en la organización del Samaín de Cedeira prácticamente desde la recuperación de la fiesta en la localidad coruñesa, y recuerda como en su infancia ya tallaba calabazas -una tradición que aprendió de su abuela y su madre- en la fecha del día de difuntos, “aunque entonces era un juego de niños, no lo llamábamos Samaín”.

Labraña destaca que fue en la Galicia rural donde se mantuvo esta tradición, como sucede con otras o como ocurrió con el idioma gallego que, pese a la prohibición durante cuatro décadas de dictadura franquista, siguió hablándose en pueblos y aldeas, en los que era raro que se hablara castellano.

El Samaín se interpreta hoy como algo “propiamente gallego, lo del origen celta es algo más bien para los estudiosos. Como los abuelos y los padres tallaron calabazas, la gente lo ve como algo propio, ni se plantea el origen de la celebración. Da igual que se llame Samaín o Festa das Cabazas. Y fue gracias a esto que tuvo la repercusión que tuvo cuando empezamos y por eso está asumida como una fiesta más”, señala Labraña.

01 nov 2022 / 01:00
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