La capital gallega se volvió a teñir de morado. El 8-M resonó de nuevo en las calles de Compostela con el feminismo separado. Una concentración organizada por la Asamblea Feminista de Compostela y apoyada por la Plataforma Feminista, la otra por la Marcha Mundial das Mulleres, en la que hubo mayor división, con mucha participación en ambas marchas. En los diferentes manifiestos se reclamaron mejoras en Educación, Sanidad y en el ámbito laboral en lo que atañe a las mujeres pero sin dejar atrás la lucha contra la violencia de género.