Diego de Gelmírez es un personaje inexcusable en la historia de Compostela, más aún, se podría decir que él fue su verdadero pulmón, el encargado de convertirla en cabeza de un arzobispado. Une Cinco Calles con la Praza das Praterías y constituye el típico ramal estrecho pero muy operativo de una ciudad de crecimiento natural. Posiblemente, en justicia, ninguna calle como la de Xelmírez tiene mejores avales en Compostela.

Se trata de un buen ejemplo de que los nombres de las calles de una ciudad se vinculan de diversas maneras con su historia.