El futuro de la exalcaldesa
La vida de Ada Colau tras la alcaldía de Barcelona: su pausa antes de su siguiente capítulo
La exalcaldesa ha podido recuperar una parte relevante de su vida privada a pesar de mantener una actividad laboral similar: “El ritmo de trabajo no ha bajado, solo el de exposición pública”
Toni Sust
Quizá porque tuvo tiempo para madurarlo, quizá porque ya el día de las elecciones municipales, el 28 de mayo, quedó claro que no volvería a ser alcaldesa, no se ha visto a Ada Colau demostrar un sufrimiento excesivo por la pérdida del cargo que ocupó desde 2015 hasta el pasado 17 de junio. Han sido ocho años muy intensos en la vida de una persona que hasta entonces vivía sin sufrir una excesiva presión mediática pese a que como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ya era un tanto conocida. Lo que está claro es que como activista no tenía los enemigos que hizo después.
Como alcaldesa, su personaje y su gestión han tenido un efecto de polarización evidente: la gente que la quería la ha seguido apreciando, en tanto que los que la detestan, la otra mitad, se han afianzado en su odio. En el rechazo a algunas de las medida que tomó, como el recorte del espacio público para el vehículo privado y la oposición abierta a los fondos inmobiliarios, se mezclaron acusaciones falsas como la de que se había comprado viviendas de tapadillo o la de que pasaba días de vacaciones de incógnito en resorts de lujo.
Menos presión
Con la pérdida de la alcaldía, ha llegado la pausa. Barcelona en Comú acabó tercera en las municipales, a apenas 350 votos del segundo, el PSC, aunque con un concejal menos, lo que se convirtió en un matiz nada menor. Como tercera fuerza, los Comuns tenían prácticamente imposible imponer a Colau como alcaldesa, ni siquiera durante parte del mandato.
Así que muerto el perro, se acabó la rabia, y el enfoque de los Comuns pasó a ser distinto. De buscar una participación en el gobierno que por ahora no ha cuajado, a utilizar los nueves ediles logrados para condicionar el gobierno en la prórroga de la investidura, con el argumento de salvar en lo posible la gestión realizada al evitar que Junts dirigiera la ciudad y desmantelara su legado. Y todo ello con el coste de hacerlo de la mano del PP tras asegurar que no lo haría. Pero después de en 2019 Colau repitiera como alcaldesa gracias a Manuel Valls, lo de este verano no ha resultado especialmente llamativo.
Transporte público
Desde el pleno de investidura que tenía que ser la de Xavier Trias y acabó siendo la de Jaume Collboni, Colau ha podido desaparecer en gran medida del escenario. Es evidente que desde julio se la ha visto poco, si bien fuentes de Barcelona en Comú subrayan que mantiene una actividad laboral similar: “El ritmo de trabajo no ha bajado, solo el de exposición pública”.
Lo que las mismas fuentes sí confirman es que la exalcaldesa ha podido recuperar una parte relevante de su vida privada. Como alcaldesa, ya iba a llevar a sus hijos al colegio al iniciar su jornada. Es algo que sigue haciendo, dicen. Que siempre ha sido innegociable. Pero precisan que ahora vuelve a moverse en transporte público, relegando el coche oficial que la ha llevado los últimos años. La verdad es que el metro es de lejos la mejor forma de acudir a la plaza de Sant Jaume con la Via Laietana en obras, pero esa es otra historia.
Encima de las negociaciones
Colau trabaja en su despacho de presidenta del grupo de Barcelona en Comú, en sesión de mañana y tarde: “Está encima de las negociaciones de gobierno en Barcelona”, indica un integrante de la organización del partido. Pero su presencia pública de ha reducido. Después de pasar las vacaciones en familia, en septiembre ha concedido dos entrevistas, una a Betevé y otra a ‘Els Matins de TV3’.
En la Mercè, mantuvo un perfil bajo, solo acudió al pregón. En el pleno municipal del pasado viernes intervino, pero durante los días previos, en los que Barcelona en Comú ha empezado a ejercer de grupo de la oposición, las caras del colectivo han sido su portavoz y su portavoz adjunta, Jordi Martí y Janet Sanz.
Ministra, activista, concejala
Dicen gente de su equipo que Colau ha tenido que soportar una auditoría constante y muy superior a personas que llevan décadas en la política, y que es lógico que tras el desenlace electoral la lupa haya perdido fuerza. Pero sus colaboradores insisten en que aunque no trascienda siempre, tiene “mucha presencia en la ciudad”, con la asistencia a fiestas de barrios, obras de teatro, actos de entidades sociales.
Es una etapa que parece la calma antes de una nueva vida que está por definirse. Colau ha afirmado que su propósito es dejar cerrado un pacto de izquierdas en Barcelona antes de irse del ayuntamiento, es decir, una alianza con el PSC y a poder ser ERC para que los 24 concejales que suman formen una mayoría estable. Nadie cree que ella tenga intención de ser teniente de alcalde de un gobierno con Collboni de alcalde.
Vivienda, Igualdad, Derechos Sociales
Este lunes trascendía que Yolanda Díaz la ha propuesto como una de las ministras de las áreas que correspondan a Sumar, con opciones de convertirse en la titular de Vivienda, Igualdad o Derechos Sociales. Pero Barcelona en Comú niega que ahora mismo se esté hablando de quién ocupará ministerios.
Lo que resulta incontestable es que Colau disfruta ahora de cierto repliegue tras ocho años de actividad constante que seguramente no podrá mantener cuando inicie su siguiente etapa, sea esta como ministra, como activista, como dirigente de una entidad internacional o en la labor que acabe asumiendo, porque como decía uno de los miembros más destacados de su equipo semanas atrás: “En realidad, quizá ni ella sabe qué hará dentro de un tiempo”.
- El Correo Gallego - Diario de la capital de Galicia
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