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{ POLÍTICAS DE BABEL }

José Manuel Estévez-Saá

Los nuevos submarinos

LOS SUBMARINOS han sido los grandes protagonistas de la semana. Unos, diseñados para delinquir, como el sumergible hallado en la ría de Arousa, destinado a transportar cocaína desde América a Europa, y bautizado como ‘El Poseidón’. Otros, ideados para proteger y disuadir. Me refiero a los submarinos nucleares proyectados por Australia, Reino Unido y Estados Unidos en el marco del acuerdo AUKUS firmado en septiembre de 2021. Un proyecto trilateral de colaboración que, desde que se notificó, generó recelos no sólo en el contexto asiático, sino también en la UE. Eso sí; los motivos para los resquemores de asiáticos y europeos son distintos.

China, que acaba de celebrar su Asamblea Popular Nacional, y reelegir a Xi Jinping como uno de los presidentes más poderosos al frente de la Comisión Militar Central, muestra su contrariedad con un anuncio que ve como una amenaza para su hegemonía en la región, y como un paso más de EE.UU., con la ayuda de Reino Unido y Australia, para aumentar su “injerencia” en el área de influencia china. Así lo entendió Beijing ya en agosto, tras la visita de Nancy Pelosi a Taiwán. Si entonces Washington prometió a Taipéi aumentar su colaboración y venta de armas, ahora el desafío es mayor, pues implica a países estratégicos como Australia. Además, la iniciativa implica el desarrollo de programas nucleares, por más que Camberra insista en que la cesión de tecnología nuclear estadounidense sólo será aplicada a sistemas de propulsión. “Un paso contundente, con connotaciones negativas y peligrosas”, advierten desde el ministerio de Exteriores chino, al tiempo que indican que los tres Gobiernos del AUKUS “no respetan las preocupaciones nucleares y de seguridad de la Comunidad Internacional”, y muestran “una mentalidad típica de la Guerra Fría” (paradójicamente, Xi Jinping aumenta un 7,2% el gasto militar, diseña una “gran muralla de acero” con su Ejército, y se reunirá con Putin en Moscú).

Tampoco la UE está satisfecha con el acuerdo multimillonario para la construcción y despliegue en aguas del Indo-Pacífico de los sumergibles. Alemania, y sobre todo Francia (que aspiraba a construir con Australia varios submarinos), no ven con buenos ojos un proyecto militar que relega su tecnología y fue gestado por EE.UU. a espaldas de Europa y puenteando esa Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) que tampoco Biden ha sido capaz de aprobar. No sé si el anuncio afectará a la estabilidad y la paz en la demarcación occidental, central (con el mar del Sur de China como área de conflicto político y zona clave del comercio mundial), u oriental del Indo-Pacífico, pero lo que sí puede provocar es una nueva carrera armamentística global, y un retorcido juego de poder debido a un uranio enriquecido siempre asociado a la proliferación nuclear.

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