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Creencias, hábitos y valores en el fútbol

Jesús Baleato

Jesús Baleato

Estamos llegando al final del curso futbolístico y académico. Es la hora del balance y de la evaluación. Medir cuanto es el esfuerzo y a buen seguro que sobresale, saca más nota y se coloca por encima de la inteligencia. Ningún colegio del mundo, ningún profesor, ningún entrenador ni ningún jugador conseguirán triunfos si no hay esfuerzo. La perseverancia es el plan fundamental para conseguir resultados, conseguir el objetivo de la permanencia, de la copa, de la clasificación para Europa, pero también incluimos las metas individuales y personales de cada uno para obtener y conseguir el éxito. Por tanto, puedo decir que no es suerte, es esfuerzo y así poder disfrutar, sentir gozo por lo conseguido.

Son muchos los jugadores que atesoran calidad, pero se van quedando en el camino, se quedan muy lejos de los objetivos por falta de esfuerzo. No son capaces de invertir en esfuerzo. La calidad y la capacidad por sí sola no es garantía de triunfo. Aplicando esta reflexión a nuestro deporte te hace disfrutar más y mejor.

Entramos en el mundo de las creencias, hábitos y valores con ideas claras y bien definidas, sin olvidarse nunca de la disciplina y de la constancia. Estoy leyendo el libro El método avión y hace referencia a un texto de Ralph Waldo Emerson “El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene”. Seguro que detrás del éxito está el esfuerzo, la perseverancia y el sacrificio. Inculcar esos valores a las personas y también a los jugadores empieza en el hogar, en la familia y continúa en los clubs. De hecho, el trabajo sistemático, con continuidad, orden, constancia y planificado es el que permite llegar al triunfo.

El equipo es la prolongación de la familia. En ella se pueden dar actitudes que dificultan el desarrollo y fortalecimiento los valores que he mencionado. Se necesita de equilibrio en el proteger y en la exigencia. El proteccionismo excesivo impide la maduración del jugador y la confianza en sí mismo.  La sobreprotección va más allá del cuidado básico que necesita un niño, consiste en resolverle todos sus problemas, impidiéndole que desarrolle su creatividad, su capacidad resolutiva, así empiezan a aparecer el egocentrismo y la manipulación como conductas y comportamientos más evidentes. Tendríamos que preguntarnos qué tipo de juventud estamos construyendo para la sociedad y para el deporte.

Si volvemos la vista al día a día de los entrenamientos, de las actividades escolares y de la convivencia coincidiríamos en muchas cosas de las que acabo de mencionar. Esto nos lleva a hablar de los tan traídos y llevados valores. Mucha teoría, pocos ejemplos y poca práctica que mostrar a los implicados.

Cuando hablamos de los valores de una persona nos referimos al conjunto de normas que facilitan la armonía y la convivencia en la sociedad. Pero el mundo y su gente evoluciona y las normas son válidas para un tiempo y una época determinada y son parte del desarrollo humano.

Jugar al fútbol te aprende a jugar en equipo, a tomar decisiones, a ganar con estilo, a perder con dignidad y los valores del juego limpio. A todos nos es familiar el sacrificio, el esfuerzo, el trabajo, la superación, el ser mejor, el principio de autoridad, la disciplina, orden, autoestima, libertad, respeto, responsabilidad.

El fútbol como deporte requiere un trabajo en equipo, promoviendo el desarrollo de diversas habilidades y destrezas personales, estimulando el compañerismo, la responsabilidad y el mutuo respeto para lograr eficientes resultados.

Los valores humanos y los deportivos van ligados, se complementan y retro alimentan para educar de manera integral, para el fútbol y para la vida.

Las creencias, hábitos y valores, además, al margen de lo que representan para uno, afectan a la forma que lo demás te ven, y la actitud que tomarán hacia uno.