{ POLÍTICAS DE BABEL }

Debatir la verdad

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez / José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

LOS DEBATES QUE SOLICITA el presidente Sánchez, y los que, en general, se celebran cuando se acercan los comicios, muestran grandes limitaciones que la sociedad conoce. Se trata de debates pactados en torno a bloques temáticos que los candidatos preparan a conciencia y asesorados. Vaya, que tienen poco mérito, más allá de ver quién impone su retórica y su discurso; aun cuando no esté fundamentado en la verdad. De eso van las elecciones: de saber colocar un discurso programático, por muy irrealista, populista e infundado que esté. De ahí la importancia de los lemas y las declaraciones altisonantes estos días y hasta el 23 de julio. Unos ya advierten, “cuidado que viene la derecha extrema”; mientras otros alertan contra “la izquierda bolivariana en España”. Y mientras algunos anuncian que la economía española crece y “va como una moto”, otros hablan del paro que lideramos en la UE, del déficit del 4,8%, de una deuda de 1,5 billones de euros, y de unas predicciones de la OCDE y la Comisión Europea (CE) basadas en peligrosos cálculos que pueden variar con los meses.

Todos olvidan que España es un país en el que la población mayoritaria la conforman las clases medias: los funcionarios, los pequeños propietarios, las pymes, y los asalariados. Y éstos constatan que los sueldos no llegan a fin de mes, las hipotecas se encarecen, y la inflación sigue encareciendo nuestra cesta de la compra. También saben que es mérito de la UE, más que del Gobierno de turno, que la actual crisis económica haya impactado menos que la de 2008. Fue la CE quien cambió la estrategia, pues la solución no estaba en manos de ningún Gobierno nacional. Por eso está preocupada la ciudadanía, porque sabe que el anuncio de los comicios ha paralizado la adjudicación e implementación de muchos de esos fondos europeos. También es público que las partidas enviadas a España estaban en proceso de fiscalización, y que el techo de gasto que nos van a imponer ha sido pospuesto, pues la UE no debe influir en los comicios.

Tanto por la situación de las clases medias, como por las decisiones que Bruselas está aplazando, y el encarecimiento de la financiación por el retraso en la solicitud de los créditos a la CE, a muchos les sonarán artificiales las promesas de los partidos. Sería más útil que, de celebrarse debates, éstos fueran moderados por periodistas que no se limitasen a cronometrar el tiempo de los aspirantes, sino que les trasladasen preguntas acerca de dónde sacarán el dinero para recuperar la microeconomía, o con qué recursos contarán para afrontar las futuras imposiciones europeas. Quizá entonces verían cómo, más que miedo a la derecha o a la izquierda, lo que tememos los españoles es lo que se nos viene encima; y lo que pedimos es que se gestione nuestra economía de la forma más sensata posible.