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Paga tú, que a mí me da la risa

Xaime Barreiro Gil

Xaime Barreiro Gil

CREO QUE YA TRATÉ este asunto antes, pero puede que valga la pena volver sobre él. Verán: he ahí los que quieren, o deben, que esa es otra, establecer peajes a los usuarios de las autovías y los que no. Aquí y ahora, el que quiere peajes es el malo, el Gobierno Central, y el que los quiere anular, el bueno, el Gobierno Regional. Si aun por encima uno y el otro son de distinta significación ideológica y andan al rifirrafe, pues ya está emperifollada la discusión. El caso es discutir.

Pero la cosa no siempre es como a veces se da a entender. Si ustedes aún siguen dándole credibilidad a lo que decimos los economistas, déjenme que les diga que, desgraciadamente, en la vida nada es gratis. E importa tanto quien cobra como quien paga. El que puede cobrar, cobra, y el que debe pagar, paga. No hay más.

Pues con las autovías pasa lo mismo: hacerlas y mantenerlas cuesta una pasta y alguien tiene que pagarla. Hasta ahora, sobre esto, el Gobierno Central, y mientras mantenga los peajes, lo deja claro: pagan los usuarios. El Regional, por el contrario, opta por lo que podíamos llamar el “pago oculto”: que paguen los contribuyentes, que no se van a poner a estudiar su declaración de la renta para ver cuánto es eso, que por otra parte, aunque quisieran, iba a resultarles prácticamente imposible, porque en ella no hay tanto detalle. Es así como se puede diferenciar el pago: con el usuario, explícito, con el contribuyente, oculto.

Al que cobra tanto le da. Si es a los primeros, los usuarios, se les cobra en la taquilla está en la autovía y si es a los segundos, los contribuyentes, en Hacienda. Los primeros usan la autovía y pagan por usarla, los segundos no la usan, pero pagan porque existe. Es todo lo que hay. Pagar se paga. Solo que unos, los usuarios, lo saben, y los otros, los contribuyentes, no.

Si el presidente del Gobierno Regional quiere que se eviten los peajes, podría decir a los usuarios que dejarán de pagar una parte de lo que pagan, que les gustará, pero también debería decir a los contribuyentes que el ahorro de los usuarios va de su cuenta, aunque les guste menos. Entre el poder decir y el deber decir hay una diferencia, ¿o no?

Lo que de verdad pide el señor Rueda es que se pague, sí, pero que no se note. Ahora, los que lo notan se quejan, y después, los que no lo noten pues no lo notan. Y él queda de bueno. No es tonto el chaval, no. Pero el caso es que, a fin de cuentas y cuentos, se note o no se note, pagar, se paga.