{ TRIBUNA }

Comentados y reprobados

Pilar Alén

Pilar Alén

SIEMPRE QUE ESCRIBO sobre Compostela traigo a colación sus joyas culturales que, ocultas o a la vista, son excepcionales. El pozo sin fondo que aquí tenemos ni lo imaginamos. Hoy trataré sobre “Las cuatro estaciones” de Vivaldi. No se alarmen: “il prete rosso” nunca estuvo en Santiago, pero sí su música y de una manera curiosa.

Se cumplen 300 años desde que editó esas melodías y 231 del registro de su nombre en el archivo musical de nuestra catedral. ¿Cómo llegaron? Fueron varios músicos los que proporcionaron partituras al cabildo compostelano. Uno de ellos, Sebastián Siquert, violinista desde 1790 en Santiago, fue polémico personaje que intentó burlar al cabildo aun habiendo sido por él muy bien tratado. Apenas un mes después de ser contratado ya pidió más salario para equipararlo al que ganaba en Astorga. Alegaba tener allá un trabajo que era “las dos partes menos que el que tiene en ésta”. Tenía un corresponsal en Oporto, conseguía música y allá fue a ganarse la vida. Era diestro, pero aprovechado.

En una nota del archivo de 1792 se cita: “Razón de las obras de música que se entregaron al señor maestro de capilla, don Melchor López”. Reluce de nuevo el huevero. Es un músico bastante estudiado, pero Siquet y Vivaldi son el tema a tratar ahora.

En medio de ese legado aparece el nombre del veneciano: “La Stravaganza, da [sic] don Antonio Vivaldi, completa en 5 libros, opera 4ª” y “Concerti, di don Antonio Vivaldi, en 6 libros, opera undécima”. No se incluyen “Le quattro stagioni”. La razón es un misterio. Quizás no tuviera aun gran difusión su música dado que falleció medio siglo antes.

¿Se interpretaron estas piezas en esas fechas? Aseverarlo sería aventurado. Son composiciones que avanzan en lo técnico y lo estético, fin del concerto grosso y comienzo de la sinfonía concertante. El repertorio vivaldiano no es fácil. Requiere destreza. Lo compuso pensando en mujeres huérfanas y abandonadas. Paradoja es puesto que comentada fue su relación con las hermanas Anna y Paolina Giraud. Ambas cantantes estuvieron a su lado y malas lenguas aseguraban que de Anna estaba enamorado, aunque él lo negaba.

¿Pueden equiparase dichos Sebastián y Antonio? Vivaldi, haciendo caso omiso a rumores, hizo fortuna, pero fue enterrado en una alejada fosa. Siquert fue perdiendo avales económicos y personales, negándosele incluso dinero anticipado para comprar partituras.

El tiempo olvidó a Siquert y a Vivaldi. A éste lo redescubrió J. S. Bach y hasta nuestro J. Bal y Gay, cuyo festival en Lugo acaba de clausurarse. Escribió este gallego exiliado en “¿Por qué ahora Vivaldi?” (México”, 1957): “Rara es la frase suya [de Vivaldi] en la que no tengamos alguna sorpresa”.

Para sobresaltos estamos en un mundo que estresa. Con-sentir es palabra que todo lo tensa en la FIFA, Venecia y Santiago. Parece que algunos nacen para estar en boca de todos.