A Sur

Nuestra casa común

Marcelino Agís Villaverde

Marcelino Agís Villaverde

Estos días estamos muy preocupados por la presencia de bolitas de plástico en nuestras playas, liberadas de uno o varios contendores que han caído al mar accidentalmente. Todos sabemos, sin embargo, que el mar es muy honrado y cada día devuelve a nuestras playas una gran cantidad de plásticos de todo tipo. 

Todo este material, altamente contaminante, no aparece por arte de magia, sino que es obra de mil y un gestos inconscientes de los seres humanos. Todos recordamos cómo, en los tres meses que vivimos de confinamiento en 2020, la naturaleza, la fauna y también las playas se regeneraron de tal manera que nuestros arenales comenzaron a parecerse a las estampas idílicas de las playas del Caribe.

Yo siempre pensé que la labor constante de la educación nos regalaría una naturaleza pulcra. No ha sido así. Hoy en día, cuando la escolarización obligatoria es universal, ensuciamos más que nunca la naturaleza y también los espacios urbanos. Degradamos nuestro entorno con nuestras acciones cotidianas y, por supuesto, con actividades industriales que ponen en un segundo plano el cuidado del medio ambiente.

A mi me preocupa que los países industriales o en vías de desarrollo no respeten los acuerdos para reducir la emisión de CO2 o los gases de efecto invernadero, pero también me sorprende que no seamos capaces de contribuir con nuestros pequeños gestos a mantener limpia nuestra casa común. 

La naturaleza es lo más valioso que tenemos porque es nuestro hogar. Cuidar de que no se degrade, contribuir a que no se rompa el delicado equilibrio de cada ecosistema, es tarea de todos, pues debemos dejar a las generaciones futuras un planeta en las mejores condiciones para el desarrollo de la vida.

Bien está que recojamos bolitas de plástico en las playas, pero todavía es más importante que todos, gobiernos, industrias y ciudadanos, trabajemos en la misma dirección: el cuidado de un planeta herido. Escribió Francis Bacon que solo podremos dominar a la naturaleza si la obedecemos. Yo añadiría que solo podremos gozar de ella si aprendemos a dominarnos.