Políticas de Babel

Abandonados en Barajas

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

LOS PETICIONARIOS DE ASILO se acumulan en el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. La imagen es desoladora. Yo mismo lo pude comprobar estos días en los pasillos de tránsito de la terminal internacional. Los inmigrantes se amontonaban con sus bártulos sobre el suelo, dado que las salas destinadas a tal fin estaban saturadas. Estuve tentado a hacer unas fotos, pero la imagen era tan denigrante que no lo consideré ético. Pensé que esto podría acentuar su sufrimiento. Sólo cuando estuve más alejado de la T4 satélite, y ya desde el ascensor acristalado, decidí tomar unas instantáneas como prueba del caos presenciado. Conozco la normativa de asilo y los trámites de entrada a un país extranjero. Pero saber que hay tantos seres humanos (en torno a 500) hacinados, abandonados y desorientados, me llena de pena.

Ya se han producido peleas por el control de los espacios entre grupos procedentes (muchos, vía Marruecos) de contextos como Senegal, Mauritania, Somalia, o esos falsos pasaportes de Kenia que, desde el 20 de enero, se frenan con visados de tránsito. Urge acabar con tanto despropósito. Nadie merece ser tratado así, por muy atípica que sea su situación administrativa. El Defensor del Pueblo catalogó esta situación de “trato degradante” (sin camas ni servicios ni productos de higiene). Lo pudo verificar in situ el 19 de enero. Existe inseguridad e insalubridad (con enfermedades y una plaga de chinches y cucarachas). En una de las salas, la 2, donde se acumulan las mujeres y los niños, la situación es crítica (no hay ‘kits’ de higiene femenina), y se han iniciado huelgas de hambre.

El sistema no funciona, ni a la hora de prevenir desplazamientos ni en el momento de gestionar unas llegadas incómodas también para los funcionarios que deben acatar unas férreas directrices, y gestionar asilos de manera “automática”. La Oficina de Asilo y Refugio (OAR) ha tenido que tramitar unos 900 sólo en enero, nos dicen. La Policía Nacional necesita refuerzos. La colaboración de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) no parece suficiente. Y Cruz Roja ha abandonado ciertas tareas en señal de protesta por la falta de medios.

Urge frenar esta “ruta caliente”. España, a través de Grande-Marlaska y del embajador en Rabat, Enrique Ojeda, ha solicitado la colaboración de Marruecos, para que fiscalice la compañía nacional Royal Air Maroc, muchos de cuyos vuelos desde Casablanca se catalogan ya como “aviones patera”; pues, pese a que el destino de los migrantes suelen ser países sin visado como Brasil o Bolivia, durante el trayecto destruyen su documentación para poder solicitar asilo al hacer escala en Barajas. Aena pide ayuda a Interior, Migraciones, Exteriores, Derechos Sociales y Transportes; ministerios que escurren el bulto y no asumen sus responsabilidades.