Opinión | Políticas de Babel

Haley cedió ante Trump

NIKKI HALEY, tras caer derrotada en 14 de los 15 Estados donde se celebraron primarias el célebre ‘supermartes’ pasado, anunció el jueves que suspendía su campaña. Ya dijimos aquí que su empeño en mantener su camino a La Casa Blanca, y su negativa, por tanto, a tirar la toalla, sólo podían interpretarse desde la certeza de que la exgobernadora de Carolina del Sur y exembajadora ante las Naciones Unidas deseaba mostrar su fuerza pensando en las elecciones presidenciales de 2028. Por eso aprovechó la fuerza política que pudo lograr, así como la confianza de los donantes que fue capaz de atraer durante estos meses, para adquirir la experiencia necesaria y mejorar su imagen a nivel federal, es decir, de todo el país. Como prueba adicional, ahí tenemos su reticencia a mostrar su apoyo desde el principio a Trump una vez anunciada su renuncia.

Asegura Haley que ella no acostumbra a “seguir a la multitud”, y siempre ha preferido “tomar sus propias decisiones”. Lo dijo en su despedida de la carrera presidencial, haciendo una clara alusión a la ex primera ministra británica Margaret Thatcher. De nuevo, toma un icono político femenino de referencia para reforzar su imagen de potencial jefa de Estado y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Además, Haley sabe que cuenta con el apoyo del 30% de las bases republicanas; y esto es todo un botín político que sabrá utilizar si lo consigue gestionar sin irritar ni a quienes dan su apoyo incondicional a Trump ni a aquellos otros que desviarán su voto finalmente hacia Joe Biden, o se taparán la nariz para apoyar a un candidato republicano con el que no se sienten identificados.

Asimismo, las “dudosas” causas abiertas con la Justicia que mantiene el expresidente (por sobornos, por tratar de revertir los resultados electorales, por incitar el asalto al Capitolio, o por apropiarse de material clasificado) actuaban también de acicate para una mujer que ha mostrado su valentía y que aguardaba, quizá, un varapalo judicial que le pudiese impedir a Trump continuar su carrera hacia el Despacho Oval. Pero el magnate neoyorquino cuenta con un astuto equipo jurídico que sabe cómo litigar y dilatar los procesos judiciales. Asimismo, mientras Trump continúe en campaña, sus abogados son conscientes de que cuentan con el aval económico de los donantes para afrontar los cuantiosos emolumentos que las diversas acciones jurídicas demandan. Paradójicamente, esta carga económica que debe asumir Trump en sus periplos judiciales es algo que desasosiega a quienes apoyan monetariamente al expresidente, pues temen que su dinero se invierta más en la defensa legal de Trump, que en los gastos que siempre genera una campaña electoral tan larga y costosa.

Los astros parecen sonreírle al exmandatario, quien se ha visto forzado, eso sí, a afrontar el pago de sanciones económicas que, hasta la fecha, ha podido asumir sin mayor problema. En todo caso, los influyentes ‘think tank’ y los poderosos ‘lobbies’ norteamericanos deben tomar buena nota de ese sector conservador que se muestra dispuesto a apostar en el futuro por un modo mucho más moderado y sensato de ejecutar la acción política dentro y fuera de la gran potencia. Pero, de momento, eso son sólo quimeras, ensoñaciones que no echan abajo el éxito de un Trump que ha arrasado en unos 20 Estados y se ha hecho con el control del Partido Republicano. Aun así, no debe confiarse, pues las encuestas indican que sólo el 20% de los votantes de Nikki Haley estarían hoy dispuestos a apoyar al expresidente. www.josemanuelestevezsaa.com