Opinión | POSDATA

El desdoro de las instituciones

Hay dos tipos de comisiones parlamentarias de investigación según que su objeto de estudio no tenga deriva política inmediata o sí.

En el caso de las que no la tienen, los temas objeto de estudio suelen referirse a problemas respecto a los cuales no está claro que la legislación en vigor esté dando respuestas satisfactorias. Tuve la suerte de estar implicado en algunas de ellas y les aseguro que, no mediando pelea política al respecto, he podido aprender mucho en ellas y que sus conclusiones, del todo o, aunque solo fuese en parte, acabaron formando parte de la documentación utilizada luego en la preparación de decretos y leyes.

Así pues, en estas comisiones parlamentarias sin deriva política inmediata, eso que dije: sin pelea, hay más investigación que debate y, seguro que, por eso, por lo menos esas que yo conocí, fueron de una evidente utilidad política y legislativa. Además, sus conclusiones siempre lograban una amplísima aceptación ante los correspondientes plenarios camerales.

Quienes tuvimos la honra de poner nuestra firma en sus informes definitivos tuvimos el convencimiento de haber cumplido honradamente con nuestro deber. 

Sin embargo, cuando esas comisiones se constituyen alrededor de un tema que tenga deriva política inmediata, el interés exclusivo de los proponentes es la sustanciación de debate, pelea, no investigación. No importa que surjan de ellas propuestas legislativas ni de ningún otro tipo, que tampoco se buscan, sino solo que se produzca la discusión, aunque sea sin conclusiones, en una plataforma de publicidad reforzada en la que se  puedan airear las diferencias de la manera que cada uno considere más conveniente.

Los proponentes promueven estas comisiones con deriva política inmediata no para intentar saber ni aclarar nada, porque ellos ya lo tienen sabido y aclarado de antemano. Por eso las promueven. Las conclusiones ya están escritas antes de entrar en la sala de reuniones. Estas comisiones, pues, no son de investigación sino de agitación.

Las que acaban de constituirse en el Congreso y en el Senado son de este segundo tipo. Me temo, por eso, que su utilidad, incluso la informativa, a no ser por la escandalera, no va a ser especialmente relevante. Quizá fuese mejor tildarlas de intrascendentes. Solo serán eso que digo: una plataforma de agitación política en la que el proponente considera tener ventaja. Solo pelea. Agitación. Sin honra. Con desdoro de las instituciones parlamentarias.