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La exclusiva de Leal da Cámara

“En ese pilar del puente hay un cargamento de dinamita preparado para demolerlo si es necesario”. Así de contundente se expresó aquel tío mío una tarde, en que me llevó a conocer siendo niño la frontera fluvial entre Tuy y Valença do Miño. Este último río descendía tibio y suave hacia el Atlántico, pero su comentario me dejó fantaseando con una detonación que haría saltar por los aires el puente de hierro internacional, en caso de torcerse la relación con el Estado Novo de la margen opuesta.

Hace sesenta años, sendos regímenes totalitarios regían España y Portugal, pero la desconfianza entre ambos países ya era atávica. Cuando Alemania le declaró la guerra a nuestros vecinos en 1916, el periódico brasileño “A Noite” envió al destacado pintor portugués Leal da Cámara a evaluar una invasión española de su territorio. Los republicanos portugueses temían que la monarquía alfonsina se inclinase del lado germano, apoyando a la triple alianza, frente a los ingleses y la triple entente.

“Eu espreitava curiosamente pela portinhola na ansiedade de ver as famosas tropas que, di-zia-se en voz baixa en Portugal, a España mobilizara na nossa fronteira”. Tomando notas desde la diligencia en que cruzaba tierras ibéricas, siguiendo el curso del río Duero, Leal da Cámara pudo desmentir la amenaza bélica. “Nâo se via nem un regimento en manobras, nem uma simple fórça de dois soldados e un cabo! … Só uma que outra pareja da Guardia Civil ( sic)”.

El caricaturista lusitano, exiliado en España veinte años antes, cuando fue testigo del bastonazo de Manuel Bueno a Valle-Inclán que acabó dejándole manco, cumplía ahora un encargo periodístico “carioca”. En el Paseo de la Castellana se marcó una exclusiva con el jefe de Gobierno. Los bancos españoles registraban entonces unas entradas de oro desconocidas favorecidas por la neutralidad bélica, y el Conde de Romanones no dejaba de ser un financiero.

Con “máscara sarcástica, viva y ladina”, el Grande de España le preguntó “qué le traía por aquí” y el artista le respondió “mire usted”, -palabras tan trilladas ahora por el ex presidente Aznar-. A continuación se explayó: si los Zeppelin forzaban a España a entrar en guerra, podía sentir la tentación de resolver el problema ibérico.

Así que el líder liberal fue directo al grano con unas declaraciones que agradarían a los iberistas: “El problema de Portugal con respecto a España es muy sencillo. Las fronteras no son naturales, son convencionales. Por esta razón el pueblo es el mismo, aquí y en Portugal. Pero lo que es curioso es que ni España conoce a Portugal, ni Portugal conoce a España”.

Ese recelo mutuo habría motivado el viaje del dibujante a España con “pretexto periodístico” -dejó caer un asistente a la conversación con el jefe de Gobierno-. Tras oírle, al entrevistador portugués no le quedó más remedio para rebatir esa maldad que mostrar el telegrama del periódico brasileño con la misión que tenía encomendada. 

Como enviado especial, el pintor portugués conversaría después con personajes del 98 como Valle-Inclán o Baroja, francófilo el primero y germanófilo el segundo. Pero se echa en falta una entrevista con Unamuno en esta obra. El intelectual bilbaíno, que viajaría en treinta ocasiones al país vecino a lo largo de su vida, había dictado una conferencia en Figueira da Foz en agosto de 1914, titulada “Portugal vista desde España” . Tres años después, esa fue la frase elegida por la editorial para subtitular el esclarecedor libro de viajes y entrevistas de Tomás Leal da Cámara “Miren ustedes”.