Opinión | Posdata

La memoria de Israel

La reacción del gobierno israelí contra el de España por causa del reconocimiento que este hace de la entidad estatal palestina es una ignominiosa manifestación de cinismo. Cuando se decidió el establecimiento de Israel en la costa oriental del Mediterráneo, no fue con un reconocimiento parejo de su condición estatal. Eso fue después. Y se hizo, además, sobre un territorio previa e históricamente ocupado por poblaciones de diversas razas y creencias sin que mediase con ellas, por cierto, consulta ni acuerdo previo. Ni siquiera aviso.

Aquella decisión unilateral e impuesta, sin embargo, no puede ser radicalmente descalificada. Israel está donde está porque comparte con esas otras etnias una densa tradición cultural. Las raíces del pueblo judío también prenden en esos territorios. Solo hay que hacer la advertencia, con un sin embargo más, de que el asentamiento de los israelitas no puede hacerse a cuenta de arrebatar territorios a los demás ocupantes, como viene siendo el caso, principalmente de los palestinos.

Se puede consultar cual ha sido la evolución del mapa que el propio Israel muestra como suyo para comprobar que, durante el tiempo que ya dura su presencia en el Oriente Próximo, se ha venido produciendo una ampliación notable e ininterrumpida de su territorio, bien por las armas o con persistentes políticas de colonización. La contrapartida es que los palestinos, al contrario, fueron siendo expulsados del suyo. Israel ha crecido a costa de Palestina.

Todo esto que hasta aquí digo es indiscutible. Son hechos. Y se puede justificar que los que en su día apoyaron la ubicación de Israel allí, asuman ahora la responsabilidad de ayudar a los palestinos, ya no digo que a recuperar, que hasta puede que sea imposible, pero si cuando menos a conservar y ordenar el territorio que aún no le han arrebatado, con el mismo reconocimiento institucional que otrora se le concedió a Israel. Es de justicia.

Estas decisiones tendentes a preservar la identidad y derechos del pueblo palestino igual que los del israelí, son la única vía de buscar paz en Oriente Próximo. Y también de que los demás podamos ayudar sin avergonzarnos.

Y, por si fuese necesario díganle a Netanyahu que ni yo ni nosotros tenemos nada que ver con Hamás ni con ninguna de las antipatías pretéritas del pueblo judío. Es él quien está destruyendo su memoria. Cada vez va a ser más complicado pensar en Israel obviando la matanza perpetrada contra los palestinos en Gaza.