Restaurantes de Santiago penalizan con hasta 40 euros por persona las ‘reservas fantasma’

Para protegerse ante los ‘no show’, obligan a los clientes a incluir los datos de la tarjeta bancaria y, si no cancelan en el tiempo fijado o no se presentan, les cobran una cantidad por comensal

En temporada alta se disparan estas situaciones

Locales de hostelería en la rúa das Ameas, en las inmediaciones del Mercado de Abastos / JESÚS PRIETO

Locales de hostelería en la rúa das Ameas, en las inmediaciones del Mercado de Abastos / JESÚS PRIETO / JACOBO TÁBOAS

Los restaurantes de Santiago también se están sumando a la práctica de penalizar a aquellas personas que no acuden al local pese a tener una reserva fijada. Es una manera, señalan, de protegerse frente a las denominadas reservas fantasma o no show, términos que hacen referencia a cuando alguien realiza una reserva, pero nunca aparece y tampoco avisa con la antelación exigida por el restaurante para efectuar la cancelación. “Desde principios de verano hemos cambiado nuestra política de cancelación; hemos decidido que las reservas de una mesa para seis o más personas se vincule a una tarjeta bancaria. De esta forma, si la cancelación no se efectúa con 48 horas de antelación, y finalmente no cumplen con la reserva, les cobramos 20 euros por comensal”, afirman en el restaurante O Sendeiro, situado en la rúa do Olvido.

Indican, además, que tomaron esta medida tras chequear un notable incremento en el balance de los denominados no show, fruto, señalan, de la incomparecencia, sobre todo, de grupos de turistas que realizan la reserva con antelación, pero que posteriormente no acuden. “Les llamas y te responden que no están en la ciudad, que están visitando, por ejemplo, Sanxenxo, y que se les había olvidado cancelar la reserva, con el consiguiente perjuicio económico para nuestro negocio, puesto que una mesa de diez comensales que no acuden a la cita supone, digamos, entre 300 y 400 euros, además de la labor del personal que participa en el montaje”. 

En O Sendeiro puntualizan que esta medida no se le aplica a aquellos clientes que son “repetidores”, es decir, que ya han acudido al local en ocasiones anteriores, con lo cual ya hay un vínculo previo, subrayan en este restaurante de la capital gallega, al tiempo que señalan que esta iniciativa ha sido recibida con muy buen talante por parte de su clientela. “La mayoría entiende que es algo lógico, lo ven con naturalidad y no ponen ningún tipo de problema por el hecho de tener que ligar una tarjeta bancaria a la reserva”, apuntan.

En la misma línea, en restaurantes como A Tafona y Lume, ambos propiedad de la cocinera Lucía Freitas, cuyo local de la rúa da Virxe da Cerca ha sido reconocido con una Estrella Michelin, también aplican una penalización a los comensales que, pese a haber realizado una reserva, no acudan. En ambos casos no se establece un mínimo de comensales para activar el cobro, aunque sí varía la cantidad. En A Tafona la multa asciende a 40 euros, y en Lume se queda en 20 €. En este último local, ubicado en la rúa das Ameas, se ha puesto en marcha la medida después de que este verano se disparasen, subrayan, los casos de no show, registrándose casi a diario en temporada alta.

Ante este escenario, en las asociaciones Hostelería Compostela y Hostalería.gal indican que cada vez son más los locales de Santiago que se han blindado frente a las reservas fantasmas, puesto que suponen “un grave perjuicio para las economías de los restaurantes de la ciudad”, especialmente en la temporada alta del sector turístico. 

Cobro de 510 € a tres personas que no cancelaron su reserva

En relación a este tema, el pasado mes de marzo, un juez daba la razón a un restaurante de San Sebastián por cobrar 510 euros a un cliente que no anuló la reserva y no se presentó a comer el día indicado. La noche del 16 de julio de 2021, el restaurante Amelia, situado en el paseo de La Concha, que logró su segunda estrella Michelin a finales de ese año, esperaba a tres comensales que no aparecieron, por lo que cargó en la tarjeta de la persona que había hecho la reserva la cantidad estipulada en su política de cancelación, que había sido aceptada por el cliente cuando efectuó el trámite online. El 17 de julio, el cliente intentó que le asignasen una mesa para ese día, ya que había retrasado 24 horas su visita a la ciudad y con ello aplazado también su estancia en el Hotel Villa Favorita, en cuyo edificio se encuentra el restaurante, aunque las empresas son diferentes. Esa persona había avisado al establecimiento hotelero, pero aseguró que se olvidó de hacerlo a su restaurante y que dio “por sentado” que desde el hotel avisarían.

El chef del local, el argentino Paulo Airaudo, le dijo que tanto para la cena de ese día como para la comida del 18 de julio, el local estaba completo, por lo que ofreció al cliente una mesa en Amelia para quince días después, pero este rechazó la propuesta. El hombre advirtió al establecimiento de que llevaría el asunto a los tribunales por haberle cargado ya en su tarjeta la suma de los tres cubiertos –170 euros cada uno– sin haber disfrutado del servicio. Semanas después le llegó el requerimiento del juzgado, el juicio se celebró en diciembre de 2022 y en marzo de este año se dictó la sentencia, un pronunciamiento firme que desestima “íntegramente” la demanda del cliente, notario de profesión.

El titular del Juzgado de Primera Instancia número 2 de San Sebastián destaca que la aceptación de la cláusula de penalización para el supuesto de no presentarse el comensal en el restaurante “era un requisito ‘sine qua non’ para efectuar la reserva”.

Allí se decía que se aceptaban anulaciones sin cargos hasta 72 horas antes y “que cualquier cancelación o modificación después de ese tiempo estaba sujeta a una tarifa de 170 euros por persona”.