Entrevista | Santiago Alba Rico Escritor, presenta en Numax `De la moral terrestre entre las nubes´

“En ‘La bola de cristal’ hacíamos cosas que hoy no podrían ocurrir”

Santiago Alba Rico, escritor y ensayista / MIKI LÓPEZ (LNE)

Santiago Alba Rico, escritor y ensayista / MIKI LÓPEZ (LNE) / XABIER SANMARTÍN

En un país donde, a nivel intelectual, gusta el atracón de esdrújulas y frases subordinadas, Santiago Alba Rico (Madrid, 1960) destaca por escribir de forma ágil textos de hondura. Pensador sereno, visita la capital gallega este jueves para presentar en Numax (20 h.) un libro titulado De la moral terrestre entre las nubes, antología de ensayos breves que publica Pepitas de Calabaza, “una editorial con menos proyección que un cinexín”, según dice con humor este sello de Logroño.

Ensayista de jersey casual y ojera inteligente cuyas gafas de mirar con detenimiento completan dos pobladas cejas de búho sabio, Santiago estudió Filosofía en la Universidad Complutense (Madrid), fue guionista del premiado programa de televisión La bola de cristal (TVE; La 2; 1984-1988), creado por su madre, la irredenta Lolo Rico y, letra a letra, hoy suma veinte libros publicados. En la obra que le trae a Compostela propone un camino de 400 páginas con setenta textos que él anuda flojo, con apertura.

¿Qué temáticas centran esta colección de reflexiones?

El primer apartado aborda la contraposición entre lo terrestre y lo aéreo a través de obras cinematográficas y literarias. Hay un capítulo sobre Galdós, otro sobre John Ford, sobre la autoría, sobre si es posible aún construir un relato común... Y las otras dos áreas, emparentadas con la primera, tienen que ver con la pérdida de la corporalidad a través de las nuevas tecnologías, con una parte dedicada al periodo de la pandemia y el confinamiento, a partir de la pregunta de qué es lo que pasó con nuestros cuerpos y de qué manera la fragilidad acabó siendo sometida por todos los nuevos formatos tecnológicos que, desde entonces, han pasado a presidir aún más nuestra vida.

Hubo debate social sobre si íbamos a salir mejores, ¿qué opina?

Parte de los textos del libro se dedican a explorar qué es lo que esperábamos y qué es lo que ha pasado. Frente a una calamidad de esas proporciones, uno siempre se defiende tratando de hacer de la necesidad virtud, confiando en que de ahí pueda aprenderse alguna lección que nos haga luego emprender una nueva normalidad, distinta a la anterior, y allí es donde, de pronto, descubrimos que tenemos cuerpos, que somos muy frágiles y, por tanto, dependemos los unos de los otros. Por primera vez se pregunta, incluso a nivel institucional, cuales son las ocupaciones esenciales y cuales no, y hay una ralentización general de la economía y del ritmo de vida... Uno tiene la esperanza de que, a partir de ahí, seamos capaces de emprender una normalidad más compatible con las distintas crisis que hoy están dominando nuestras vidas, la económica, la climática y la ética pero hemos visto que no… Todas las grandes catástrofes a lo largo de la Historia, de guerras a epidemias, generan una ilusión y una promesa: “No volverá a ocurrir, no seremos los mismos”. Y a pesar de que volvemos a cometer los mismos errores una y otra vez, cuando pasa de nuevo y volvemos a hacer esa promesa nos comportamos otra vez de igual manera, de modo que hay una continuidad antropológica en un marco que es neoliberal, no hay que olvidarlo, y donde es muy difícil establecer lazos colectivos o vínculos comunitarios, y donde el señuelo tecnológico, que es un gran negocio mundial, ha hecho que el alivio de haber sobrevivido nos haya devuelto aún más deprisa a ese mismo contexto de consumo y tecnológico.

Hoy todo es fugaz e inmediato, eso casi convierte en punkies a quienes reflexionan en profundidad, van a la contra. ¿Se siente punki?

Ojalá me sintiera un poco punki, porque eso haría que me sintiera, a veces mejor, pero lo que sí que te sientes es... un poco solo.

¿Esa soledad sería menor si se llamase Francoise? El sur de Europa respeta poco el pensamiento crítico, ¿o eso ya es casi un cliché?

No creo que el pensamiento y el ensayo estén mejor considerados en otros países. Lo que si ocurre de singular en España es que se publican al año 90.000 títulos (92.000 obras con ISBN según datos del Ministerio de Cultura del pasado junio), cifra que, en términos proporcionales, es de las más altas del mundo, pero se traduce mucho al español y no tanto al revés. Si me llamara Francoise ya me habrían traducido al castellano pero llamándome Santiago Alba Rico no ha ocurrido que me hayan traducido al francés, al inglés o al italiano, salvo en artículos sueltos. Y eso tiene que ver con el mercado editorial, no tanto con el interés por el ensayo, que es similar en todo el mundo. Hay un ensayo más de divulgación que llega claramente a nuestro mercado editorial y hay otro un poco más complejo que se abre más difícilmente camino pero, puesto a ser pesimista, que lo soy bastante, lo sería en términos generales y no para sentirme de ninguna de las maneras agraviado o menospreciado.

Santiago Alba Rico. A la derecha, portada del libro que presenta en Compostela.

Santiago Alba Rico. A la derecha, portada del libro que presenta en Compostela. / CEDIDA

Fue guionista de La bola de cristal, ¿qué recuerda? Genera una mitomanía que reta a la realidad.

Es cierto. Es un programa muy idealizado. Se hizo en un momento muy concreto de la Transición Democrática, cuando en España no se habían fraguado todavía las instituciones y había mucho margen para el debate y para la difusión. Había, por tanto, muchos intersticios de libertad que luego se han ido cerrando, sobre todo en términos mediáticos. Algo decisivo en ese periodo, ya que, no por casualidad, coincide en el tiempo con la suspensión del programa por decisión gubernamental, fue el nacimiento de las televisiones privadas. Muere en ese momento la televisión pública, no formalmente, porque sigue existiendo, pero sí porque se impone, incluso a la pública, el modelo de la tele privada, mucho más de consumo rápido, con una estética muy homogénea, con una tendencia a la multiplicación de los canales y a la homogeneización de la programación. De algún modo, con el cierre institucional de la Transición se pierden muchos espacios de libertad, a veces de libertad salvaje, que es lo que ocurría en los años anteriores. Es difícil creer que se pudiera hacer un programa presuntamente para niños donde se hablaba contra el imperialismo, se hacían críticas al Gobierno y se citaba a Karl Marx. Eso hoy no podría ocurrir. A la vez, se ha idealizado porque se forjó en un momento de muchas esperanzas; muchos creímos que las cosas iban a ir a mejor y luego hemos tenido la sensación de que las cosas no han ido a mejor o no han ido tan a mejor como pensábamos, sobre todo en términos de libertad. Por ejemplo, una Ley Mordaza, que la coalición de Gobierno de izquierdas, a la que yo mismo he apoyado, no ha sido capaz de derogar, pone muchos límites y penaliza libertades que estaban, en cambio, absolutamente consagradas, de hecho, en los años 80. Por eso digo que hay una idealización de un programa chapucero e improvisado respecto a las estéticas fluidas que hoy caracterizan la programación pero que también era un programa fresco y atrevido.

Le presentará en Numax Germán Labrador Méndez (Vigo, 1980), profesor titular en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Princeton.

A Germán me une un estrecho lazo de amistad. Le admiro mucho, creo que su libro Culpables por la literatura (Akal) es uno de los mejores ensayos escritos en España en los últimos años. En Galicia tengo muchos amigos tras muchas visitas y ahora, en vísperas de las elecciones, tengo un interés creciente por un territorio que uno nunca acaba de conocer bien. En estos días estoy leyendo un ensayo estupendo de David Rodríguez sobre Castelao, Liberdades antigas, tempos modernos (Editorial Fundación Vicente Risco) porque me interesa rescatar la historia de esta Galicia que ha sido muy olvidada siempre en el resto de España y un poco maltratada.