LIBROS

La autora estrella de la poesía rural visita Santiago: la veterinaria María Sánchez

Cordobesa afincada en Galicia, suma premios y distinciones por su compromiso medioambiental. Estuvo arropada por la cantante Faía Díaz

Presentó en Numax el poemario ‘Fuego la sed’, “un libro dedicado a un territorio que está cambiando debido a la emergencia climática”

La poeta María Sánchez, a la izquierda, en Santiago, ante portadas de su libro ‘Fuego la sed’, escuchando la presentación de Faía Díaz en la librería Numax

La poeta María Sánchez, a la izquierda, en Santiago, ante portadas de su libro ‘Fuego la sed’, escuchando la presentación de Faía Díaz en la librería Numax / Cedida

María Sánchez (Córdoba, 1989) es la poeta de moda en el entorno literario rural, un campo en alza donde crece la lluvia de paracaidistas que, a diferencia de ella, creen que una bolsa de tela y un ciprés dibujado equivale a plantar un árbol. Acaba de visitar Santiago, capital de su tierra de acogida: “Mi pareja es de Galicia, así que decidimos emprender vuelo hasta aquí”, dice en charla con EL CORREO GALLEGO esta veterinaria y escritora afincada en O Saviñao (Lugo). Habló este viernes en la librería Numax de su nuevo libro, Fuego la sed, publicado por la editorial barcelonesa La BellaVarsovia. Fue presentada por la cantante santiaguesa Faía Díaz (DeVacas) y la también la escritora compostelana, Marilar Aleixandre, Premio Nacional de Narrativa 2022 (por As malas mulleres), definió así en X la declamación de la andaluza: “Emoción, marabilla: fala a terra”, dijo .

Vestida de verde agua, como el envés de mil hojas de los bosques gallegos, María Sánchez presentó Fuego la sed, horas después de contar a este diario su génesis.

Ganadora de varios premios

“Este libro tiene mucha semilla y mucha idea. Una de ellas es la idea de aprender a despedirme de una tierra, la de mi familia, que debido al cambio climático ya no es la tierra que fue, ni la tierra que trabajó mi familia, ni la que yo conocí de pequeña. Y este poemario es también una manera de querer aprenderla de nuevo, de verla desde otros lugares y con otros afectos”, indica quien suma distinciones como el Orgullo Rural 2019 (lo otorga la Fundación de Estudios Rurales), el Premio Nacional de Juventud 2019 en la categoría de Cultura o la Medalla de Andalucía al Mérito Medioambiental 2023.

En este libro no hay solo una voz humana, también está la de los ríos, los animales, los árboles..., que son quienes nos preguntan y cuentan la historia que está fuera del cauce oficial. Quería dedicarle el libro a un territorio que está cambiando por la falta de lluvia y el aumento de las temperaturas debido a la emergencia climática”, reseña.

La poesía siempre ha estado cerca de la naturaleza, aunque sea de un modo bucólico, pero Sánchez lo matiza.

“Aquí hay mucha tela que cortar. Para mí es muy importante cuestionar desde dónde se han escrito los libros, desde qué lugares, desde qué géneros, desde qué condiciones... Si mi abuela, que solo pudo ir dos días a la escuela, hubiera podido formarse, a lo mejor hubiera sido la primera escritora de mi familia, ¿no? No me gusta encajarme en el género de la escritura de la naturaleza porque no me gusta ver el paisaje como algo de fuera. Siento que soy parte del territorio, que convivo con el territorio... Recuerdo que cuando el bum de la literatura rural de la España vacía parecíamos reportajes de domingo de los pueblos donde queda solo una persona, la persona que se va a morir sola, los fantasmas... Y a mí eso no me gustaba porque igual que hay pueblos que, por muchas causas, se quedan vacíos, hay también mucha gente joven volviendo a los pueblos o gente que decide quedarse en su pueblo, a pesar de todo, y seguir adelante con un proyecto”.

Ser veterinaria y poeta le abre una ventana distinta, asegura.

“Yo trabajo con asociaciones de razas autóctonas en peligro de extinción. Mi día a día es trabajar con ese tipo de personas, así que me interesa mucho abrir la mirada al campo y al territorio, y escribir desde abajo. Por eso en este libro, en la parte central, son los animales los que hablan... En mi trabajo como veterinaria, las razas autóctonas con las que trabajo están ligadas, en muchos casos a espacios naturales protegidos, y son así porque están también los haceres y los saberes de una persona, y ese vínculo entre el animal, los árboles, las semillas y la persona, es lo que realmente me atrae, me emociona. Y es sobre lo que escribo. No me gusta separar la naturaleza de lo humano”, aclara antes de citar una anécdota vocacional.

De Lorca a Novoneyra

“No sé como llegué a la escritura en sí pero si puedo decir perfectamente como fue la primera vez que leí a un poeta, fue Federico García Lorca. Tenía ocho años y en mi casa había un libro suyo editado por Austral, de color rosa, con Bodas de sangre y Yerma, y mi padre, nada más verme coger ese libro, me lo quitó corriendo. Me dijo que yo era muy pequeña para leerlo y lo puso en el sitio más alto de la casa. Crecí queriendo alcanzar ese libro, porque, claro, se me había abierto un universo, y crecí deseando leer a Lorca. Luego, me regalaron un libro de Lorca de poesía para niños pero yo quería leer el Lorca que estaba en el sitio más alto de mi casa, y creo que ahí se me abrió la puerta de la poesía”, relata antes de aludir a más voces del semillero.

“Cuando escribí, Cuaderno de campo (La Bella Varsovia, 2017) no había leído a Uxío Novoneyra, ni a Olga Novo, ni a Luz Pichel, y ahora son nombres fundamentales para mí y son una poética muy hermana. Fuego la sed, curiosamente, lo terminé de corregir en O Courel gracias a ser elegida para una residencia de la Fundación Novoneyra y la Diputación de Lugo”, concluye la ganadora del XLIV Premio Afundación de Periodismo Julio Camba.