Opinión | Políticas de Babel

Las elecciones de junio piden paso

A MEDIDA QUE AVANCEN las semanas, las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 9 de junio irán cobrando protagonismo y acaparando titulares. La Eurocámara constituye el verdadero eje legislativo que dicta y determina la mayoría de las leyes por las que luego nos regimos los socios de una UE que aspira a seguir creciendo tras el disgusto generado por el Brexit. A estas alturas, está todo por decidir, incluidas las coaliciones que se puedan generar tras un escrutinio que será tenso y laborioso. Los sondeos apuntan a un Parlamento liderado, como hasta ahora, por el Partido Popular Europeo (EPP). Sin embargo, lo que genera más dudas son las alianzas que se puedan forjar entre las distintas formaciones tras los comicios. Esto es así porque si bien antes nadie ponía en duda la fuerza del bipartidismo en Europa, e incluso la dócil incursión de los liberales que vinieron a complementar el panorama clásico, ahora aparecen nuevos grupos capaces de desestabilizar el arco parlamentario.

Muchos se preguntan si acaso el Partido Popular Europeo (EPP) mantendrá su coalición con socialdemócratas (S&D) y liberales (RE), o si, influido por las nuevas tendencias de voto y opinión que se expanden por Europa, se dejará seducir por el auge que siguen experimentando los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), o incluso el más ultraderechista grupo de Identidad y Democracia (ID). Y es que las futuras alianzas son más relevantes de lo que podamos imaginar, pues afectarán a muchas medidas de nueva implantación, e incluso a buena parte de las directrices comunitarias que han marcado nuestro devenir. No hablo sólo de la lucha contra el cambio climático y de una agenda verde que pretende eliminar las emisiones netas de gases de efecto invernadero de aquí al 2050 (y reducirlas en un 55% con respecto a los niveles de 1990 ya en 2030). Hablo de un esfuerzo económico que algunos líderes políticos consideran excesivo, pues acarrea dedicar al Pacto Verde Europeo un tercio de las inversiones del plan de recuperación Next Generation EU, y comprometer para el mismo fin buena parte del presupuesto de la UE durante los próximos años.

Además de las políticas medioambientales, las elecciones de junio marcarán nuestra posición relativa ya no sólo al apoyo militar y económico a Ucrania frente a la agresión rusa, sino incluso a las decisiones diplomáticas que exige un conflicto bélico como el que sufre la Franja de Gaza y enfrenta a Hamás e Israel desde el pasado 7 de octubre. Está en juego la posibilidad hasta de alcanzar una posición fuerte y común con respecto al posible reconocimiento de un Estado Palestino que pueda dialogar de igual a igual con el Estado de Israel. Hay otros temas que saldrán en los debates electorales, como el reajuste presupuestario y la política fiscal común, la Estrategia industrial europea de Defensa, o la amenaza terrorista y la inseguridad ciudadana; pero serán las cuestiones arriba indicadas, junto con los problemas derivados de la aplicación del Nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, las que generen más discusión. Da ahí la encomiable labor del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) a la hora de identificar y desactivar los intentos de manipulación y desinformación procedentes del exterior, los denominados casos FIMI por sus siglas en inglés (Manipulación Informativa e Interferencia Extrajera). Y también la relevancia de la Ley europea de Libertad de los Medios de Comunicación, así como el abanico de disposiciones legales que no sólo fomentan la transparencia mediática, sino que también protegen a aquellos periodistas cuyas investigaciones y denuncias ponen en riesgo su trabajo y hasta sus vidas.