De compañeros a socios: cuatro alumnos del taller forestal de Boiro crean su cooperativa

Vieron en las comunidades de montes un gran nicho para realizar talas, podas, plantaciones, control de especies invasoras o tratamientos fitosanitarios // Mateo compagina el trabajo con sus estudios y es el mecánico del grupo

Por la izquierda, Mateo Arca, Fran Vicente (el secretario de la cooperativa), Manuel Padín (vicepresidente) y Aitor Brandón (presidente)

Por la izquierda, Mateo Arca, Fran Vicente (el secretario de la cooperativa), Manuel Padín (vicepresidente) y Aitor Brandón (presidente) / Arreda

La formación que está llevando a cabo el Concello de Boiro en el vivero de empresas empieza a dar excelentes resultados. La apuesta municipal está incidiendo en la capacitación profesional en sectores estratégicos en lo referente a la demanda de empleo y en el ámbito del cooperativismo. En el obradoiro Torre Goiáns-I participaron veinte alumnos y alumnas divididos en dos especialidades: una de actividades auxiliares en conservación y mejora de montes y otra de repoblaciones forestales y tratamientos silvícolas.

Durante el obradoiro de empleo se formaron en gestión forestal / arreda

Durante el obradoiro de empleo se formaron en gestión forestal / arreda / suso souto

Una vez recibida la formación teórica, realizaron la parte práctica llevando a cabo trabajos de mejora y valorización de una finca forestal en las inmediaciones del campo de fútbol de Valiño y en la finca del Pazo de Goiáns (en este caso, rozas y podas).

Los cuatro socios invirtieron 4.500 euros en maquinaria / arreda

Los cuatro socios invirtieron 4.500 euros en maquinaria / arreda / suso souto

No solo se formaron en gestión forestal, sino que, además, recibieron nociones sobre las posibilidades de financiación y líneas de ayudas, cómo enfocar las ideas de negocio, cómo desarrollar una empresa y enfocarla hacia un mercado concreto...

Pues bien: cuatro de esos alumnos acaban de emprender con éxito su propio negocio: la cooperativa Arreda, dedicada a desbroces, podas, talas, plantaciones, trabajos de jardinería, control de especies invasoras y tratamientos fitosanitarios.

Durante el curso, Aitor, Fran, Mateo y Manuel empezaron por cultivar la amistad, pero “al mismo tiempo que veíamos que el ambiente en el trabajo era bueno entre nosotros, que había buena dinámica y que funcionábamos bien en grupo, empezamos a madurar la idea de unirnos para crear nuestra propia cooperativa. En el sector forestal hay una gran carencia de mano de obra. Aunque cada vez hay más maquinaria y más específica para este tipo de trabajos, lo cierto es que falta personal cualificado para tareas no tan sencillas, como hacer podas o talas en altura, en pendiente, etc. Y en eso nos estuvimos formando también, por lo que estaba a nuestro alcance apostar por ese nicho de mercado en el Barbanza, donde hay muchas comunidades de montes vecinales”, explica Aitor.

Los cuatro estaban en el paro cuando se apuntaron al obradoiro. Aitor Brandón tiene 41 años y fue comercial y empleado de una fábrica. Fran Vicente tiene 51, es ingeniero informático y se dedicó también a instalaciones de fontanería. Mateo Arca tiene 22 y está estudiando el Ciclo Medio de Mantenimiento de Embarcaciones y Máquinas Propulsadoras. Y Manuel Padín tiene 28 años y trabajó como carpintero.

Cuando acabó el obradoiro decidieron iniciar los trámites para constituir la cooperativa. La idea de llamarla Arreda fue de Aitor. “Era lo que decía siempre mi abuela cuando te apartaba para encargarse ella de algo”, explica. Las gestiones burocráticas se prolongaron hasta noviembre y “aunque no fue mucho papeleo, cuesta bastante cuando no se está acostumbrado a ello”, añade.

Cada uno aporta un plus al grupo. Fran, el informático, es el que gestiona la página web y diseña los proyectos; Mateo, el mecánico, tiene la responsabilidad de mantener a punto los motores y las máquinas; Manuel, el carpintero, vigila más las cuestiones del trabajo de campo y también elabora los presupuestos; y Aitor, el comercial, busca clientes. Luego, en el terreno, forman un equipo de trabajo en el que todos ponen en práctica lo aprendido en el vivero.

En cuanto a la inversión, decidieron que sería “la mínima” y echaron mano de sus ahorros para aportar tres mil euros cada uno. Además de destinar cuatro mil quinientos euros a adquirir tres desbrozadoras, tres motosierras, un arnés, una moto-pértiga, una moto-podadora y los aperos necesarios, contrataron un crédito de cinco mil euros para comprar una furgoneta.

Su camino ya está abierto.

“No empezamos a trabajar en la mejor época (el invierno) porque es cuando las comunidades de montes suelen tener ya planificadas las actuaciones que van a acometer durante el resto del año e incluso muchos de esos trabajos ya los tienen contratados”, comenta Aitor.

Pero su primera oportunidad llegó de la mano de la comunidad de montes de Sealo. Durante dos días estuvieron eliminando las acacias de una plantación de eucaliptos en una superficie de aproximadamente dos mil metros cuadrados y aplicando un tratamiento fitosanitario. El grado de satisfacción fue alto y pronto tuvieron nuevos encargos de la misma entidad vecinal.

Ahora se están presentando a todas la comunidades de montes y a los concellos y empresas de Barbanza, “que es donde más encaja nuestro trabajo; en el primer caso en el ámbito forestal, y en el segundo, en el de la jardinería”, explican.

El Centro de Formación y Vivero de Empresas ubicado en el polígono industrial de Espiñeira se está convirtiendo en un lugar de referencia para la formación en el municipio y en la comarca del Barbanza, con formación en especialidades distintas y destinada a los principales sectores productivos del entorno.

Los vecinos de Sealo les dieron la primera oportunidad aspiran también a hacer tareas de jardinería para empresas y concellos de la comarca del Barbanza