La operación salida de agosto arranca con el lleno de gasolina rondando los 90 euros

El inicio de agosto es para millones de personas en España sinónimo de vacaciones. Para buena parte de ellos llega por fin el ansiado momento de desconectar de la rutina y hacer las maletas hacia su destino de descanso. La playa en unos casos o la montaña en otros pueden ser el lugar perfecto para olvidarse de las preocupaciones del día a día y recargar las pilas de cara al curso que comenzará a la vuelta. Sin embargo, antes del relax y la diversión, decenas de miles de conductores afrontan un último pico de estrés: el de pasar por por la estación de servicio a llenar el depósito tras las subidas del combustible experimentadas durante las últimas semanas.

Un trámite que pese a no alcanzar todavía las cotas del mismo período de 2022 exigirá rascarse el bolsillo en un entorno de los 90 euros, dependiendo del surtidor, si el sufrido automovilista forma parte del grupo de quienes conducen un coche de gasolina de 95 octanos, y superando los 80 para quienes piloten un diésel. Eso sí, hay que señalar que las diferencias entre las petroleras más caras y las más baratas son notables, superando los 20 céntimos, a lo que habría que añadir la posibilidad de acceder a distintos descuentos que ofrecen las marcas.

Así lo constatan una visita a las principales gasolineras de Santiago y también los datos del Geoportal del Ministerio para la Transcición Ecológica. De ellos se desprende que en los surtidores más caros de la ciudad el litro de gasolina de 95 octanos se cotizaba ayer a 1,789 euros, lo que multiplicado por un depósito de 50 litros suma un total de 89,45, mientras que si el lleno asciende a 55 litros la factura se acercaría incluso a la barrera de los 100 (98,39). En cuanto al gasóleo A habitual, el ejemplo más costoso eleva el litro a 1,649, o lo que es lo mismo, 82,45 el pleno de 50 litros y 90,69 el de 55.

El IPC sube por los carburantes y los paquetes turísticos

No obstante, si es posible optar por alimentar el vehículo en una de las llamadas gasolineras low cost, la tarjeta de crédito podría tener un cierto alivio, pues el recibo final se abarata considerablemente, hasta 0,24 euros litro en el caso de la gasolina de 95 y 31 céntimos en el gasóleo. Si se hace caso a los números del Geoportal, en la estación de servicio más económica de Compostela el litro de gasolina de 95 salía por 1,549 euros, con lo que se puede surtir el coche con 50 litros por 77,45 euros o por algo más de 85 si son 55. Un panorama muy parecido al que asoma si la comparativa se hace con el diésel, que con un precio mínimo de 1,339 permite dejar el pleno en 66,95 en el primer caso y 73,64 en el segundo.

Más sufrirán todavía las carteras de aquellos que apuestan por propulsar sus vehículos con combustibles premium, que ofrecen un mejor rendimiento para el motor, aunque a un coste sensiblemente más alto. Además, en este supuesto las diferencias entre marcas son menos significativas. La gasolina más potente, la de 98 octanos se acerca a la barrera de los dos euros el litro (1,889) lo que incrementa la factura del lleno al entorno de los 100 euros. El diésel plus cotiza rozando los 1,70 euros elevando la cifra hasta los 85.

Por debajo del año pasado

En el conjunto del país, la gasolina y el gasóleo llegan a la recta final del mes de julio encadenando su tercera semana al alza, tras repuntar un 0,8 % cada uno en los últimos siete días, si bien se mantienen en unos niveles inferiores a los registrados hace un año a las puertas de la segunda operación especial de tráfico del verano. Según el último Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE), que recoge los datos de más de 11.400 estaciones de servicio en España entre el 18 y el 24 de julio, el precio medio de la gasolina se situó en los 1,615 euros el litro, mientras que el gasóleo costó 1,465 euros el litro. Ambos carburantes encadenan así su tercera semana consecutiva de crecimientos y se sitúan en niveles de mayo de 2023 a las puertas de que arranque la segunda gran operación salida del verano, la de agosto.

Los carburantes suben ligeramente y suman su segunda semana consecutiva al alza

Un período en el que la Dirección General de Tráfico (DGT) prevé 49 millones de desplazamientos, casi cuatro millones más que los esperados en julio. Pese a este último repunte, la gasolina es un 7,9 % más barata que hace un año, cuando aún estaba en vigor el descuento de 20 céntimos por litro aprobado por el Gobierno, al tiempo que el gasóleo cuesta un 15,5 % menos. Si se compara con la primera semana de este 2023, la gasolina se encareció de media un 16,8 % y el gasóleo se mantiene en niveles parecidos (+0,34 %), mientras que si se hace con respecto al mes pasado, el primer carburante es un 1 % más caro y el segundo, un 1,7 %.

Los precios de ambos carburantes están lejos de los máximos históricos que alcanzaron en junio de 2022, donde llegaron a superar los dos euros el litro en plena crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania, ya que la gasolina cuesta un 16,8 % menos y el gasóleo, un 22,9 % menos. Igualmente, con esta, el diésel suma 23 semanas seguidas por debajo del precio de la gasolina. Se mantiene de este modo la situación habitual de antes de la guerra, que provocó que el precio del gasoil fuese más caro que el de la gasolina de forma continuada desde agosto de 2022 y hasta mediados de febrero de este año, cuando se rompió esa dinámica.

Inferior a la media de la UE

Si se compara con el resto de Europa, los carburantes en España estuvieron durante la última semana por debajo de la media registrada en la Unión Europea, donde el precio fue de 1,749 euros por litro para la gasolina y de 1,598, para el gasóleo. En el caso de la eurozona, el litro de gasolina se pagó de media a 1,807 euros y el gasóleo, a 1,629 euros.

Hay que recordar que precio de los carburantes depende de muchos factores, como su cotización específica (independiente de la del petróleo), la evolución del crudo, los impuestos, el coste de la materia prima y de la logística y los márgenes brutos. Además, la evolución en la cotización del crudo no se traslada automáticamente a los precios de los carburantes, sino que lo hace con un decalaje temporal.