Las caras de la internacionalización de Cortizo

La multinacional del aluminio y el PVC reúne este viernes en Padrón a más de 150 representantes comerciales llegados de todo el mundo para analizar y sentar las bases del nuevo ejercicio

Las caras de la internacionalización de Cortizo

Las caras de la internacionalización de Cortizo / ECG

Redacción

Coincidiendo con el último viernes de febrero, como marca la tradición en Cortizo desde hace años, la multinacional del aluminio y el PVC celebra en Padrón su Convención Internacional; una cita en la que analizará los resultados logrados en el pasado ejercicio y presentará los objetivos, estrategias e inversiones establecidos para el 2024.

Sin embargo, este jueves ya fue una jornada frenética en el Hotel Scala, donde tendrá lugar el evento, y EL CORREO ha sido testigo de los preparativos. Además, hemos podido conocer alguna de las caras y de las historias personales que se esconden detrás de las grandes cifras de una compañía que exporta el 75% de su producción a casi 90 países de los cinco continentes.

Estas son las caras de la internacionalización de Cortizo

Bea Bouzón (Irlanda)

Bea Bouzón es una de las veteranas en este tipo de convenciones. Natural de Catoira, trabaja en Cortizo desde hace 25 años. “¡Más de media vida!”, relata sonriente. “En las primeras reuniones comerciales a las que asistí, éramos quince personas alrededor de una mesa”. Bea se estrenará en esta convención como delegada comercial de la división de industrial en Irlanda.

La promoción interna es una constante en la compañía. Mis primeros pasos aquí fueron como recepcionista, aunque me había apuntado a una oferta de recursos humanos. Era muy joven, sabía que no cumplía el perfil, pero me anoté igual porque quería que me viesen. Había estudiado secretariado de dirección y dominaba el inglés en una época en la que no era tan habitual. Al cabo de dos meses me llamaron, empecé en la recepción, enseguida pasé a desarrollar tareas de secretaria de dirección y de ahí al departamento de exportación como asistente comercial. Me tocó ser intérprete en muchas negociaciones, aprendí muchísimas cosas que me servirán de ayuda en esta nueva etapa profesional”, señala ilusionada.

Alicia Ferro (Alemania y Benelux)

Cuando Bea Bouzón empezó a trabajar en Cortizo, su compañera Alicia Ferro aún no había nacido. A esta joven de Negreira, de 24 años, los idiomas también le abrieron las puertas de la multinacional. “Hice el Master de Traducción para Comunicación Internacional en alemán, solicité las prácticas aquí y acabé incorporándome a la plantilla del departamento de exportación como asistente comercial para Alemania y Benelux”.

Bea y Alicia charlan sobre sus inicios y la de Catoira recuerda la cantidad de papeles que se acumulaban en una mesa porque todo se confirmaba por fax. “¡Nunca he visto un fax delante!”, le replica entre risas su compañera, criada ya en la digitalización como toda la generación Z.

Brais Lorenzo (Reino Unido)

De esa generación posmilénica, también forma parte Brais Lorenzo. Con 30 años, este joven de Ames, al igual que Alicia, fichó por Cortizo tras finalizar sus estudios. “El primer curso de bachillerato lo realicé en EE.UU. gracias a una beca de la fundación Amancio Ortega, lo que me permitió adquirir competencia bilingüe en inglés. Después, me gradué en Ingeniería Mecánica. Al terminar, quería seguir formándome, pero orientando mi carrera hacia tareas más comerciales o de gestión que puramente técnicas. Me inscribí en el MBA de Cortizo, por aquel entonces era la primera edición, una experiencia increíble que nos permitió a mí y a mis compañeros de máster incorporarnos a la empresa en puestos de responsabilidad”, explica. Al finalizar el MBA, Brais pasó a formar parte del departamento de arquitectura internacional, como comercial para Reino Unido.

David García (Estados Unidos)

En la Convención Internacional de Cortizo de este viernes también se abordará la evolución de las ventas en los países a los que se han incorporado recientemente. David García es delegado comercial de la división de industrial en EE.UU. Este cedeirense de 32 años, graduado en Economía, aterrizó en Cortizo hace dos años para abrir un mercado “tan grande como particular”, asegura. “Las diferencias son abismales no solo respecto a Europa, sino también entre los propios estados. Sin embargo, en Cortizo tenemos una herramienta comercial muy potente como carta de presentación: nuestras fábricas”, añade. “Aunque pueda sonar presuntuoso, es una realidad. Todos los clientes o potenciales clientes que nos visitan en Padrón se van alucinados. Ninguna fábrica de Norteamérica tiene este nivel de tecnología”, relata orgulloso.

David lleva la maleta a cuestas desde muy pequeño, ya que su padre trabajaba en la embajada española y cada cinco años cambiaba de destino. “Por ese motivo me ha tocado vivir largas temporadas en Zagreb, Moscú y Bombay, pero nunca me canso de viajar. Reconozco que soy muy comercial y que me encanta el contacto con la gente, estando de aquí para allá. Con el máximo respeto para quien lo hace, yo no podría estar sentado en una silla ocho horas repitiendo todos los días la misma tarea. Así fueron mis inicios, como contable en casinos de Reino Unido, y lo acabé dejando, con el consiguiente disgusto para mi madre”, explica entre risas. “Ella no entendía que, siendo joven, renunciase a un trabajo estable y bien remunerado, pero aquella monotonía no era para mí. Regresé a España y estuve de director de hoteles en Mallorca. Íbamos a ferias de turismo y teníamos que captar ocupación para todo el año. Ahí confirmé que mi futuro pasaba por las ventas; salió la oportunidad de Cortizo y ni me lo pensé. Trabajar en una multinacional como esta, que no deja de crecer, es un gran reto para cualquiera”.

Mohamed Elhadi (África)

Otro de los mercados incipientes para Cortizo es el africano. Mohamed Elhadi nació en Mostaganem, una ciudad de la costa argelina, hace 28 años. Con 21, pisó Galicia por primera vez como estudiante de Erasmus en una Ingeniería de la USC. Después, cursó el Ciclo Superior de Sistemas Electrotécnicos y Automatizados en el Politécnico de Santiago. “Aí aprendín o idioma, escoitando aos meus compañeiros e aos profesores”, explica en un perfecto gallego con acento do Barbanza. “Os meus amigos son desa zona e entre festas e churrascadas acabóuseme pegando tamén o seseo e a gheada”, aclara sonriente. Mohamed empezó a trabajar en Cortizo el verano pasado. “Vi que buscaban una persona que hablase francés, nativo árabe, para llevar a cabo la expansión de los sistemas de arquitectura en África y no lo dudé. Les gustó mi perfil técnico y mi carácter abierto, imprescindible para desempeñar tareas comerciales”. Mohamed atiende Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Mauritania, Costa de Marfil y Senegal. “¿Sabías que la casa de Mendy, el portero de Senegal, lleva ventanas de nuestra marca?”, interrumpe orgulloso, añadiendo que los productos de Cortizo en África se orientan, fundamentalmente, “al sector hotelero y al residencial de lujo”.

Carolina Álvarez (Francia)

Mohamed trabaja mano a mano con Carolina Álvarez, asistente comercial para los países francófonos, cuya historia personal guarda ciertos paralelismos con la de su compañero, ya que se vino a Galicia a estudiar y aquí echó raíces. Carolina, hija de emigrantes bercianos nació en Lyon y creció allí hasta los 11 años, cuando regresó a España. “Con 17 me trasladé a hacer el bachillerato a Santiago, empecé Económicas y acabé graduándome en Relaciones Laborales. Trabajaba en el sector de la banca y, sin yo saberlo, mi pareja por aquel entonces me anotó a una oferta para el departamento de exportación en Cortizo. Pedían francés e inglés, idiomas que dominaba, pero, cuando llegué a la entrevista, la vacante ya estaba cubierta. Sin embargo, tenían abierto otro proceso para seleccionar una persona bilingüe para recepción; me pareció interesante y me incorporé a ese puesto”.

Carolina, que lleva 16 años en Cortizo, ha sido durante mucho tiempo la cara que daba la bienvenida a los miles de personas que visitaban la sede central. Hace unos meses, se incorporó como asistente comercial al departamento de arquitectura internacional, “una división que no deja de crecer” y cuya foto le recuerda, en cierto modo, a la de su infancia en Lyon “rodeada de gente de múltiples nacionalidades y culturas”.