Cuando tenía 12 años, Roberto Álamo (Madrid, 1970) quedó impactado al ver 'Días de vino y rosas', una película que reconoce que, curiosamente, no está demasiado indicada para un niño. Fue cuando supo que él quería provocar en el público lo mismo que le había provocado a él la interpretación de Jack Lemmon. Décadas después, no le ha ido nada mal en la profesión. Entre otros galardones, tiene dos Goya por 'Que Dios nos perdone' (como protagonista) y 'La gran familia española' (actor de reparto) y un Max de teatro por 'Urtain', la obra de la compañía Animalario que le dio a conocer. Ahora está en la serie de Atresplayer 'Las noches de Tefía'.

En 'Las noches de Tefía' es uno de los guardia que vigilan el campo de concentración franquista de 'vagos y maleantes' en el que se ambienta la ficción. ¿Ha sido un papel difícil? 

Todos los papeles son difíciles. Aquí la dificultad era hacerlo humano, aunque sea lo que la gente entiende, entre comillas, como malo. Había que dotarlo de la máxima humanidad posible para que no pareciera un cliché, y eso es siempre dificultoso. Porque esa gente también tiene hijos y nietos que no han vivido aquello, como vemos en la serie.

La serie es muy diferente por su manera de mostrar cómo los presos escapan oníricamente del campo de concentración inventándose un cabaret. Es el contrapunto de color al horror que viven los reos y que se muestra en el blanco y negro. 

A Miguel del Arco, que es el director y escritor, se le ocurrió esa idea de bajar el cauce de las revoluciones dramáticas metiendo esos ensueños que tienen los presos. Mi duda era si luego eso quedaría bien, y creo que sí. Da un respiro a tanto drama.

¿Es importante que la ficción recuerde un pasado que mucha gente desconocía? 

Por supuesto. Es importante conocer lo máximo posible de nuestro pasado para no volver a repetirlo.

Su personaje canta hasta el 'Cara al sol'. 

Como anécdota, te contaré que en el rodaje tuve un compañero detrás de la cámara que me chivaba la letra porque yo no me la sabía.

En la serie vemos a su personaje en dos épocas de su vida. Una de ellas, ya de anciano. ¿La caracterización fue muy laboriosa?

Necesitaban unas cuatro horas y media. Llegaba el primero al rodaje y salía el último, porque tenía que estar una hora y media para que me lo quitaran todo. Así que había gente joven que, cuando llegaban, veían a un viejo y cuando acababan, también. Me decían: "Señor, tenga cuidado con esa baldosa de ahí!" (ríe). El trabajo que hicieron fue increíble.

En las ensoñaciones de los presos de 'Las noches de Tefía' su personaje es el censor. Hace poco la Unión de Actores y Actrices lanzó un comunicado denunciando la censura que vive hoy la cultura después de las cancelaciones de obras que ha habido en varios pueblos. ¿Le sorprende que a día de hoy pasen estas cosas?

"La censura está por todos lados"

No me sorprende porque a día de hoy también sigue habiendo guerras. El ser humano no es perfecto ni nunca va a serlo. La aspiración a la perfección, en mi opinión, es una equivocación. Así que las cosas se van repitiendo, espero que cada vez menos.

¿Considera entonces que sí que hay censura?

La censura está por todos lados, minoritariamente, pero por todos lados. También censuraron un concierto de C. Tangana.

¿Qué papel tiene en 'La red púrpura', la continuación de la serie 'La novia gitana'?

Para quien haya leído la novela, que yo no la había leído, si les digo que soy Dimas sabrán quién es: el secuestrador del hijo de la protagonista.

En el festival de San Sebastián estrenará también un corto, 'El chófer'. ¿De qué trata?

Es un tema muy pegado a las actualidad, de abusos, y cómo lo gestionan un padre y una madre. El padre es el chófer del título.

'El chófer', escrito y dirigido por  la estudiante de la ESCAC Candela Buttigliero junto a Kike Maíllo, se ha rodado porque ganó el certamen de cortos Audi Future Stories. ¿Es importante colaborar en proyectos que impulsen a los nuevos cineastas?

Totalmente. Es fantástico que empresas que podrían pasar olímpicamente de promocionar a la gente del cine reconozcan a los nuevos directores y guionistas. 

Usted trabajó en 'Antidisturbios', que escarbaba en las cloacas del Estado. Ahora está en 'Las noches de Tefía', en este corto sobre abusos... ¿Cree que la ficción española está siendo cada vez más valiente y está perdiendo complejos?

La ficción española no deja de ser una industria, y el público que ve esa industria demanda otro tipo de contenidos, cuando antes demandaba cosas como 'Médico de familia'. Las productoras no son bobas, así que si la gente lo pide tendrán que hacerlo.

¿Ya ha superado la timidez que confiesa que tenía en sus inicios?

No la he superado. Hay una percepción generalizada de que para ser un buen actor tienes que ser extrovertido, y yo creo que tiene que ser al contrario. Los grandes actores siempre son tímidos, pero subliman su personalidad cuando están encima de un escenario o delante de una cámara. La timidez es un absoluto tesoro para un actor o una actriz si sabes dominar tus herramientas.

¿En qué otros proyectos le podremos ver pronto, aparte de 'La red púrpura'?

Tengo pendiente de estreno la comedia 'Odio el verano', que rodamos en marzo en Tenerife. Y acabo de terminar la primera película de Paz Vega como directora, guionista y actriz. Hago de su marido en una historia en la Sevilla de los años 70.