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Ovnis y espías: todo vuelve

Un avión sobrevuela el globo chino, el pasado 4 de febrero, a la altura de Carolina del Sur.

Un avión sobrevuela el globo chino, el pasado 4 de febrero, a la altura de Carolina del Sur. / Reuters

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

SIGO FASCINADO con los globos sobre el cielo de Norteamérica. De Alaska. De otros lugares, también. De pronto, hay una superpoblación de globos sobre el planeta, y algunos aseguran que no es algo nuevo: es que no mirábamos bien. Resulta difícil creerlo. Hoy hay ojos escrutadores en todas partes. También a esa altitud, dijo Melissa Dalton, subsecretaria de Defensa. Ojos sobre y bajo la tierra. La gran paranoia se extiende, las teorías conspiratorias constituyen casi un género literario de nuestro tiempo. Y quién sabe si con razón. Lo más atractivo está en lo difuso, el suspense siempre es como la niebla que cae. Queremos saber, pero la atracción fatal brota precisamente del no saber, de esta curiosa opacidad del mundo.

Así que sobre el cielo de Estados Unidos se juntan ahora dos grandes enigmas que nos han acompañado, al menos, desde hace décadas. El espionaje y los objetos voladores no identificados. Una conjunción astral. Imagino a Iker Jiménez desbordado. Mientras desde las pantallas se desprenden sobre el salón, casi a diario, todos esos fragmentos de apocalipsis, los espías y los ovnis regresan juntos, y el furor mediático crece hasta el infinito y más allá. Miren al cielo, todo está sobre sus cabezas. Ya está bien de mirar al suelo, aunque resulta que ahí también se nos acumula mucha tragedia. De pronto, aquel temor a que el futuro fuera un horizonte poblado de drones, amigos o enemigos, describiendo formas caprichosas como una bandada de estorninos a la conquista del azul, se adelanta a todas las previsiones. Leo en algunos periódicos: “quizás los extraterrestres ya están aquí”. El general Van Herck, ay, ni confirma ni desmiente.

Ni siquiera todos ellos son globos. Leo las crónicas y descubro que los ovnis, llamémosles así, presentan una variedad de formas y tamaños, lo cual anima más la conversación y el furor de los titulares. Uno era octogonal, el otro un cilindro, aquel como un coche pequeño, el primero que se avistó, como varios autobuses juntos… Han sido abatidos de inmediato, tras la polémica que levantó el largo vuelo del globo chino (no se sabe si estos son también chinos, Made in China, aunque no chinos, o directamente alienígenas), pero sus restos yacen en lugares helados de Alaska, o en zonas escarpadas, con lo cual no se sabe aún qué diablos esconden en su vientre. Si es que se llega a saber alguna vez.

¿Necesitábamos más argumentos para certificar que esta es una nueva Guerra Fría? Si era así, ya los tenemos. La imagen completa, la que no decepciona, se va construyendo. Como si se tratara de la conocida estrategia política del “y tú más”, tan en boga en todas partes, China también ha respondido que el cielo de su país ha sido surcado por numerosos globos estratosféricos de Estados Unidos en el último año, lo que supondría, si nos atenemos a lo declarado, una especie de lucha en las alturas, una respuesta global (literalmente, o sea). Lo cierto es que, lo que parecía una anécdota, o al menos una rareza, empieza a convertirse en un gran problema internacional. Y si, ya puestos, se trata realmente de ovnis, lo que hemos llamado ovnis de toda la vida, entonces el problema será al menos galáctico, y supondrá, eso seguro, un revival fascinante del género. Ya ven que los clásicos siempre vuelven. Una edad de oro para el cine, un nuevo problema para la humanidad. Me pregunto si Elon Musk se ha pronunciado ya.

Cuando escribo esto, Rihanna canta en la Super Bowl. Para muchos, una extraterrestre de la música, llegando desde el cielo en una plataforma para sobrevolar el evento deportivo por antonomasia (y no sólo en Estados Unidos), ataviada con un mono rojo bastante galáctico. En fin. No puedo imaginar un lugar más apropiado para un contacto alienígena (Walmart, con buen ojo, hizo un anuncio con cameo de Mars Attacks en la Super Bowl de 2020). Bromas aparte, el mundo parece instalado en un extraño vértigo. Con todo el dolor acumulado en el suelo, la guerra, la destrucción de un terremoto devastador, ahora hay que levantar la mirada al cielo, que un día creímos protector. Ovnis y espías: por si faltaba algo para mantenernos en tensión.