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El ascenso del feminismo digital en China

L

ucía Velasco

EN OCCIDENTE, la narrativa acerca de China está dominada por temas de política, economía y tecnología. Las voces de las mujeres chinas, enfrentadas a una persistente discriminación y a presiones que las confinan al ámbito doméstico, a menudo quedan ahogadas en el ruido. El feminismo en este país, sin embargo, ha encontrado un refugio y un campo de batalla en las redes sociales.

La política del hijo único, la preferencia histórica por los varones, y una legalidad que apenas protege los derechos de las mujeres han contribuido a un paisaje desolador. Sin embargo, las redes se han convertido en un terreno fértil donde las chinas desafían la opresión. Estas activistas, armadas con hashtags y una valentía inquebrantable, han denunciado a hombres poderosos y han sacado a la luz los abusos, navegando hábilmente a través de la censura gubernamental. Las cifras de matrimonio y natalidad están en descenso, una tendencia que lleva en caída libre años, y ha hecho que hasta que el gobierno implemente políticas restrictivas para hacer más complicado el divorcio. Este escenario es un testimonio silencioso, pero elocuente, de la aversión creciente hacia las estructuras tradicionales que han perpetuado la desigualdad de género.

Lu Pin es una activista y periodista que, en 2009, fundó Voces Feministas, la mayor plataforma digital de China. Jamás podrá volver a su país. Para ella “la singularidad del movimiento feminista chino es que se desarrolla casi exclusivamente en Internet” pero el paso a lo digital, al contrario de lo que pudiéramos pensar, no es positivo. “El verdadero florecimiento del feminismo online se produce tras la creciente restricción del espacio offline”. “Así que, desde esta perspectiva, el desarrollo de Internet no supone una expansión, sino una contracción del espacio público”. Se las persigue hasta el terror, pero el movimiento solo crece. En cifras, el feminismo en línea de China es mayor que nunca. Sin embargo, al contrario que en el resto del mundo, en China, lo complicado es ser capaces de pasar de lo digital a lo real en un lugar en el que la reivindicación de los derechos de las mujeres no está tolerada.

Los debates online sobre las mujeres se multiplican a una velocidad vertiginosa. Aunque la transición del activismo digital al espacio público tangible se ve obstaculizada por un régimen de vigilancia implacable, la determinación de estas mujeres no muestra signos de flaquear. Las feministas chinas no están solas. A cada denuncia, a cada debate, y a cada organización, se suman aliadas que amplifican sus voces, resonando más allá de las fronteras de un país donde la disidencia es una cuestión de vida o muerte.

El avance en la lucha por la igualdad de género en China se enfrenta a grandes obstáculos, con un Gobierno determinado a controlar cualquier atisbo de disidencia y una sociedad aún anclada en valores patriarcales. Pero la semilla está plantada. La voz de las feministas chinas ya ha encontrado eco gracias a la solidaridad de la red. Su camino es extremadamente difícil. Pero su ímpetu es imparable. Denuncian, debaten, se organizan. Y a cada click, su lucha por la igualdad gana fuerza. El futuro será de quienes hoy rompen el silencio, aunque sea detrás de una pantalla.