{ EL RUIDO DE LA CALLE }

La hora de rebajar impuestos y del ‘cheque familiar’ en la ciudad

Ramón Quiroga

Ramón Quiroga

Decía Milton Friedman que “la inflación es un impuesto sin legislación”, y así es. Escribo este artículo desde la reflexión en grupo de coloquios y encuentros con diferentes personas, en los que de forma continua se resalta una visión o necesidad de acometer en la ciudad una rebaja de impuestos que conlleve también una mejora general del aumento de la actividad empresarial, del consumo, y mitigue indirectamente el duro impacto de la inflación, así como pensar -ya muy en serio- en la necesidad de establecer determinados tipos de líneas, ayudas o “cheques” para combatir la inflación. Esto está en la calle.

La Administración más cercana al ciudadano, el poder municipal, debe repensar acciones o actuaciones de impacto directo en la economía de la ciudad, y no caer en el inmovilismo.

En los impuestos, sin duda, el que mayormente afecta al bolsillo es el de bienes inmuebles, donde no sólo hay que mirar al tipo de gravamen, sino a la valoración del bien inmueble, y ésta ha aumentado de forma continuada en los últimos diez años, por lo que el importe final del recibo al vecino –aún sin subir los tipos o incluso bajándolos– ha aumentado considerablemente.

Pero no sólo el IBI, existen otros impuestos donde el Concello puede actuar, rebajarlos o bonificarlos como el de construcciones (también la tasa de licencias), el de actividades económicas, o el de vehículos, muy ligado al aumento de los carburantes, e incluso plantear la supresión de la tasa de apertura en determinadas situaciones.

Pero nada de esto sucede, suponiendo un lastre para la economía en la ciudad y los bolsillos de los ciudadanos, y por si fuera poco, la inflación sigue al galope minando las economías familiares.

A la pregunta de si el Concello puede financieramente bajar los impuestos, y con ellos aliviar la carga fiscal, la respuesta es claramente que sí. Sí se puede.

Porque el Concello, en los últimos cinco años, ha llegado a tener un volumen de casi 90 millones de euros en superávits. Y si ello fuera poco, a dicha magnitud se suma el de los depósitos bancarios alcanzando en el año 2022 la innombrable cifra de 62 millones de euros, sobre un presupuesto inicial de 130 millones de euros. Háganse la idea. Y todo ello, sin desdeñar el amento de los ingresos municipales desde que se han instalado los célebres radares que en concepto de multas de tráfico rondan ingresos de más de 3,5 millones de multas.

Con estas cifras y resultados, que serían la envida de cualquier empresa, claro que se pueden y se deben bajar los impuestos.

En la inflación, que sigilosa e implacable ataca a diario el bolsillo, el Concello también puede y debe actuar, porque como hemos visto antes, sus cuentas ostentosamente lo permiten.

Con los últimos datos OCU el incremento del precio de los alimentos en los últimos 12 meses es ya del 10,5%. Y del 24,3% si se suman los últimos 24 meses. La macroencuesta perfila que la mayoría de las personas o familias han reducido drásticamente el consumo de los alimentos más saludables por otros diferentes.

A modo ejemplo, subidas último año, aceite de oliva +67,0%, azúcar+40,5%, patatas +20,5%, arroz +18,5%.

Si a todo ello le sumamos que la subida de una hipoteca media ha aumentado en dos años tres mil euros, poco más hay que hablar, y sí actuar, rebajando los impuestos para ayudar a relanzar la economía y el consumo, y al mismo tiempo se minore el impacto de la inflación, y se creen líneas de ayuda para las familias con recursos medios y menores recursos contra el gran impacto de la inflación. Como dijo aquel político, “Yes We Can”.