BUENOS DÍAS Y BUENA SUERTE

Sánchez y Feijóo, entre el Gordo y la pedrea

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

POR ESAS COSAS de la vida, Sánchez y Feijóo han decidido reunirse hoy viernes, 22 de diciembre, día de la Lotería de Navidad. Sánchez le dijo a Feijóo “cuando quieras, donde quieras”, y a punto estuvo de decirle “en tu casa o en la mía”, y en este plan. Lo cual sonaba a disponibilidad total ya con las fiestas navideñas cayendo guapamente sobre las calles de Madrid. 

Y dijo Feijóo que vale, o sea, que sí. Que le tomaba la palabra y tal. Parece que había dicho hace tiempo que él acudiría a la llamada de un Presidente del gobierno siempre, en todo caso, salvo que estuviera en la UCI, así que no era cosa de negarse, por más que, añadió también, hablar con Sánchez es muy difícil, ya saben, y quizás por eso terminó citándolo en el Congreso, lejos de las pasiones monclovitas, donde Sánchez le esperaría en esas escaleras de esperar a líderes, allá en todo lo alto. La Moncloa, el lugar del que Feijóo estuvo tan cerca, al menos en teoría, no le pareció terreno neutral, o quizás no le pareció zona de confort, a pesar de la elegancia de los sofás. 

Feijóo ha elegido este viernes quizás por casualidad, como cuando se dice eso de “pues mañana mismo, hombre”, aunque otros afirman que esta fue una de las fechas libres ofrecidas por Sánchez al líder de los Populares antes de fin de año. Eso sí, no parece que ninguno de ellos tuviera previsto ir al Salón de Loterías, que es una costumbre muy nuestra. Pero no faltan los que creen que tenía echado el ojo al sorteo, quizás pensó aquello tan latino de que la fortuna ayuda a los audaces, o quizás él o sus asesores llegaron a la conclusión de que, con toda España pendiente del bombo que ha de parir el Gordo, nadie se percataría de una reunión de los líderes de los dos grandes partidos, y, sobre todo, de una reunión con muy pocas posibilidades de éxito. 

Si hoy sale el Gordo durante la reunión, es posible que parte de la ciudadanía ni se entere del encuentro, o del encontronazo, porque no hay quien pueda ganar en popularidad a la Lotería de Navidad, y terminarán entrevistando antes a los de Doña Manolita que a nuestros afamados líderes políticos. Esto va a ser así, sobre todo porque en algún bar de barrio, donde siempre toca un pellizco, o incluso una millonada si hay suerte (y bien que me alegro), estarán sacando el cava o la sidrina para regar las aceras y a los camarógrafos. No veo yo a Sánchez y a Feijóo haciendo ‘chin-chin’ al final de lo suyo, me apuesto lo que sea. Milagro sería, pero más milagroso es ganar el Gordo. 

La reunión parte con pocas expectativas, para qué engañarnos. Dicen que sus listas de los deseos (muy navideño todo, sí) no coinciden apenas. Quizás se encuentran por el que dirán. Es Navidad, y, ya puestos, se pueden apuntar al ‘amigo invisible’, por lo poco que se ven. El rumor de los bombos va a silenciar las palabras del encuentro en el Congreso: esa es la música de las esferas que nos va a apaciguar mientras Feijóo y Sánchez construyen su lenguaje de hierro. El canto de los niños va a opacar el gran desencuentro. Y el cava culminará el acto en gracioso chafarís de barrio, porque la lotería que interesa de verdad es la que toca a los pobres para tapar los agujeros negros. 

Que lo bonito sería que de la reunión saliera el Gordo, pero hay un aroma de que Sánchez y Feijóo saldrán, como mucho, con la pedrea, por supuesto en su cuarta acepción. O, más bien, decepción.