POLÍTICAS DE BABEL

Trump, como gato panza arriba

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

DONALD TRUMP SE DEFIENDE con uñas y dientes. Como gato panza arriba, el expresidente reivindica en las redes su inocencia, al tiempo que su abogado John Sauer reclama ante los tribunales la inmunidad de su cliente. Lo volvieron a hacer la semana pasada, en esta ocasión en la Corte de Apelación de Washington, que deberá pronunciarse sobre el estatus de Trump durante su mandato. Intocable o encausable. Ahí está la base de un litigio jurídico que terminará sentenciando el Tribunal Supremo (con mayoría conservadora de 6 jueces frente a 3), que ha decidido esperar su turno y las conclusiones de las tres magistradas del juzgado 31 (dos elegidas por expresidentes demócratas y una de perfil republicano).

La disputa se basa en la necesidad de decidir sobre pares de argumentos singulares y antagónicos. ¿Tiene inmunidad aquel presidente y comandante en jefe que, en el ejercicio de sus funciones, trate de alterar los resultados electorales? ¿Acaso sus dudas sobre el proceso le permiten velar por la integridad de los comicios al amparo de sus prerrogativas constitucionales? ¿Es legalmente aceptable que un expresidente sea sometido a un procedimiento penal por acciones ejecutadas en el ejercicio de su cargo, sin haber sido sometido antes a un juicio político (impeachment) impulsado e iniciado en la Casa de Representantes, y finalizado y sentenciado en el Senado?

Sea como fuere, Donald Trump sigue siendo el gran favorito de las primarias republicanas, que hoy mismo comienzan en los ‘caucus’ de Iowa, con victoria asegurada para el expresidente (las primarias demócratas se inician el 3 de febrero). Además, se constata que cada vez que el expresidente se enfrenta o acude a responder legalmente por las causas judiciales que tiene abiertas, su popularidad se dispara, y los fondos y donaciones para su campaña electoral aumentan exponencialmente. Su periplo por los tribunales será largo. No en vano, debe responder por cuatro imputaciones penales que se traducen en 91 presuntos delitos. Esto no es bueno para la imagen de Estados Unidos. No parece lógico que un país que hasta hace poco presumía de ser el epítome de la democracia moderna, hoy esté pendiente de las decisiones de la Justicia para conocer cómo finalizará un proceso electoral tan relevante como el presidencial.

Sin embargo, la publicidad que le genera a Donald Trump su presencia en cada causa legal le resulta más rentable que los propios debates electorales. De ahí que la pasada semana, mientras Nikki Haley y Ron DeSantis se enfrentaban duramente como aspirantes republicanos en la siempre crítica CNN, Trump acudía a los juzgados de Washington por propia voluntad, y concedía una cómoda entrevista en la cadena Fox News. Trump, aun estando vetado en Colorado y Maine (y pendiente de resoluciones similares en otros diez estados) continúa su carrera.