Políticas de Babel

Las dos visiones de Davos

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

EN EL FORO DE DAVOS, Pedro Sánchez y Javier Milei jugaron a ser el Alfa y el Omega de la visión ideológica y política actual. Semejante a ese Yin y Yang que, en la filosofía taoísta, alude a dos fuerzas esencialmente opuestas, aunque complementarias e interconectadas; una especie de dualidad enfrentada que, sin embargo, debemos saber identificar y asumir en todo lo que concierne al ser humano y al universo en el que se desenvuelve.

Si Sánchez criticó la ideología neoliberal y exhortó a los empresarios a que se implicasen en las cuitas del mundo actual, Milei alertó a esos mismos directivos para que estuviesen atentos a las desventuras que acarrean aquellos posicionamientos antiliberales que emanan del socialismo. El presidente argentino definió el socialismo como un “peligro” para Occidente, como un “fenómeno empobrecedor” que nos “condena a la miseria y el estancamiento”, al tiempo que cargó contra la “coacción de la recaudación” de impuestos de un Estado intervencionista manejado por “la casta política que quiere perpetuarse en el poder” y los “parásitos” que viven del mismo. Sin embargo, Pedro Sánchez, que habló después de Milei, aseguró que “los españoles saben que el neoliberalismo no funciona”. Insistió el socialista en que eran falsos los postulados que retrataban al Estado como una entidad esencialmente “extractora”, y le pidió a los allí congregados que “no cayesen en la trampa” neoliberal.

Y mientras Milei repetía por los pasillos del Congress Centre de Davos que “un empresario exitoso es un héroe” y que “el capitalista es un benefactor”, Sánchez se reunía con presidentes y consejeros delegados de once empresas del Ibex 35 en una sala pequeña, modesta e incómoda; alejada del lujo y la exclusividad que rodea las reuniones y las fiestas que se organizan durante el Foro. Interesante estrategia la de La Moncloa para proyectar una imagen de cordialidad y cercanía, al tiempo que transmitir un mensaje de sencillez.

Aun así, apenas hubo tiempo para hablar de los temas que quizá más le interesaban a quienes rodeaban al Presidente. A saber: el conflicto fiscal relativo a los impuestos a la banca y a las energéticas, la estabilidad jurídica de las empresas, o las claves de la colaboración público-privada. Sánchez alargó su intervención hablando de inteligencia artificial, de competitividad europea, de perspectivas económicas, y del papel de la empresa en el bienestar y la creación de empleo. Pero esta aparente cordialidad enseguida se vio empañada en España debido a los rifirrafes entre la vicepresidenta tercera y el consejero delegado de Repsol a propósito del ritmo de la transición energética, y entre la vicepresidenta segunda y el presidente de la CEOE a cuenta de los sueldos de los directivos. Queda claro que la tensión entre el Estado y la patronal marcará esta legislatura.