GLOBAL-MENTE

Alemania no quiere inmigrantes, pero los necesita

Beatriz Beiras

Beatriz Beiras

“NAZIS RAUS”, nazis fuera, la consigna ha sacado a la calle a cientos de miles de alemanes. El motivo: el “Plan secreto contra Alemania”, el reportaje publicado 10 de enero, en Correctiv, un portal de periodismo de investigación. Uno de sus reporteros se infiltró en una reunión secreta celebrada el 25 de noviembre en el hotel Landhaus Adlon de Potsdam. Allí miembros de AfD, radicales identitarios, neonazis y adinerados donantes debatieron un plan de “re-migración” para deportar a dos millones de personas de Alemania en base a criterios étnicos, tuvieran o no la nacionalidad germana. Entre los presentes había dos miembros de la CDU y el asistente personal de la líder de AfD, Alice Weidel. Según el reportaje, el plan atenta contra los artículos 3,6 y 21 de la Constitución alemana, y recuerda que hay 20 millones de alemanes hijos de inmigrantes desde 1950.

AfD (Alternativa por Alemania) lo tachó de fantasía y dijo que sólo deportaría a los irregulares, pero no disipó la inquietud precisamente ahora que el partido de extrema derecha está de segundo en los sondeos con un 22% de apoyo a nivel nacional, detrás del 31% de la CDU-CSU y va en cabeza en Brandeburgo, Sajonia y Turingia, tres regiones del este que celebran elecciones en septiembre. De la reunión secreta se desprende que en AfD hay optimismo y certeza de tocar poder. 

Mientras, en Berlín, la coalición de Gobierno rema contracorriente. El SPD del canciller Olaf Scholz cayó al 13%, los Verdes siguen en el 14% y los liberales del FDP podrían no llegar al 5% mínimo para entrar en el Bundestag. Y en noviembre, los electores les han hecho saber su descontento en dos elecciones regionales. 

Seguramente algo tendrá que ver la economía que acusa la resaca pospandemia y entró en recesión con la inflación al 5,9% en 2023, la segunda más alta desde la reunificación en 1990. Al canciller Scholz se le complicaron las cuentas cuando el Tribunal Constitucional le obligó a recortar en 17 mil millones de euros el presupuesto de 2024 por superar el déficit público el 0,35% del PIB, una regla fiscal inscrita en la Constitución que fue suspendida durante la pandemia.

Y sin embargo, pese a la recesión, en 2023 Alemania batió otro récord desde la reunificación con 45,9 millones de personas empleadas, 333.000 más que en 2022, según datos oficiales. Fue gracias a los trabajadores inmigrantes cualificados que impulsan el crecimiento económico y la productividad al estar, de media, mejor cualificados que los alemanes.

Ah, los inmigrantes, bestia negra de la extrema derecha y quebradero de cabeza de los Gobiernos europeos. Por un lado necesarios para compensar el declive demográfico, por otro chivo expiatorio de todos los males. Claro que los alemanes distinguen entre demandantes de asilo y trabajadores inmigrantes cualificados. Los primeros provocan gran rechazo al entrar ilegalmente en el país desde Polonia y la República Checa, lo que ha llevado al Gobierno de coalición a considerar establecer controles fronterizos. Para cerca de la mitad de los alemanes la inmigración ilegal es el primer problema político del país. Olvidada ya la Willkommenskultur, la política de acogida de Angela Merkel que ante la avalancha de refugiados de 2015 dijo, “lo lograremos”. Una frase que ningún político alemán se atrevería a pronunciar en 2024.