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Noticias del extrarradio

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

DE VEZ EN CUANDO aparece una foto de esas que acaban inexorablemente en portada, de esas cuya relevancia nadie discute y que provocan morbo, como aquella de Cerdán y Puigdemont en el sofá de Bruselas, que contenía a su vez otra foto en la pared, y en este plan. Ahora ha sido la imagen de García-Page con algunos dirigentes autonómicos del Partido Popular. En realidad, un vídeo, con su sonido y tal (en línea con el auge de los audios del VAR), un vídeo que, por supuesto, ha abierto todos los telediarios.

La gran pregunta en mentideros, tertulias de sobremesa y así, por lo que escucho, es si García-Page lo hizo a propósito o sólo porque pasaba por allí. Aquello era Fitur, la gran feria de turismo, y muchos subrayan que la reunión entre stands, entre casetas, entre pasillos, no fue algo entre visillos, sino abierto a las audiencias. Hubo una reunión de estos líderes para pedir más financiación para sus respectivas autonomías, pero fue ese tono informal (como se ha dicho) del vídeo, ese momento charla entre amigos que revelan los audios (como los del VAR, en efecto), lo que causó un gran revuelo.

Para empezar, no está de más que los homólogos se reúnan, hablen e incluso tomen café (los homólogos y todo el mundo). Estamos tan en la polarización, perdón por repetirlo, que ya se mira mal que alguien tenga amistades con los rivales políticos, más allá de una cosa superficial y protocolaria. Vivimos un tiempo en el que los ojos escrutadores ven muchas amistades peligrosas, mayormente porque eso puede contribuir a alterar los relatos, a malmeter con las fakes, a sembrar dudas, cuya cosecha algunos temen como a la cizaña.

Page parece un tipo de buen talante y bonhomía, pero también es crítico habitual de los suyos, quizás el más crítico, aunque sin aspavientos. Le han tentado para que vaya más allá, si tan descontento está con las cosas de Sánchez, pero eso no es algo que Page vaya a hacer (del futuro, si quieren, hablamos ya otro día). Feijóo le dijo, indirectamente, que una cosa es predicar y otra dar trigo, algo que casi cualquier político puede aplicarse, ya puestos. Pero Page insiste en que él no se aleja de los socialistas, sino de los independentistas.

Lo que fue una reunión por la financiación autonómica ha derivado en un vídeo que contiene una charla de cuatro homólogos entre casetas de Fitur, porque los periodistas han encontrado que ahí había mucha más salsa informativa. Ay, los audios. Y bueno: todos ellos sabían que las cámaras y los micrófonos estaban allí. Lo que sucede es que acabas creyéndote, o no, que lo que es informal para ti es informal para todos. Y va a ser que no.

El día después del vídeo de marras (y, no se olviden, sus audios), García-Page ha decidido pasar página, con una sonrisa y con el perfil bajo ante los focos. No quiere hacer glosas de lo que se dijo allí, y de lo que había dicho antes, como lo de “probablemente estamos ya en el extrarradio de la Constitución”. De pronto la palabra ‘extrarradio’ gana puntos para ser la palabra del año, y estamos en enero. Óscar Puente, que nunca pierde comba, le dijo a Page que el que estaba en el extrarradio era él. Con respecto al PSOE. Todo se complica cuando empiezas a echarte en cara el extrarradio. Yo amo las periferias, los lugares de tránsito que beben de todas las culturas, pero la palabra extrarradio tiene ese sabor de la frontera dura e inhóspita. Y algo, si quieren, de desvío, de apartamiento, de viaje a los límites, de peligro, incluso de extravío. Todo eso connota la palabra ‘extrarradio’, ese hallazgo. 

La cuestión a partir de ahora será quién está en extrarradio de dónde, hasta dónde se ha llegado en la procura de los límites, si ese viaje a los lugares de tránsito e intercambio implica la pérdida del socialismo fetén o del constitucionalismo tal y como lo conocemos. Más que todas las declaraciones, lo que levantó gran revuelo fue esa charla entre casetas de Fitur, esa cierta purga del corazón de Page, entre homólogos que le miraban con comprensión de homólogos, cuando les dijo: “Yo sufro que no te imaginas”. Y así.